Natalicio de Ángel González

El poeta español Ángel González nació en Oviedo España, el 6 de septiembre de 1925 y murió en enero del 2008. Fue conocido como autor de la Generación del 50 y en su trayectoria literaria obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1985 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1966.

González publicó su primer libro de poemas en 1956, Áspero Mundo, fruto de su experiencia como hijo de la guerra civil española; con él obtuvo un accésit del Premio Adonais. Varios de sus poemas fueron seleccionados en la antología Veinte años de poesía española (1939-1959) de 1960. Tras su segundo libro, Sin esperanza, con convencimiento (1961), Ángel González pasó a ser adscrito al grupo de poetas conocido como Generación de medio siglo. En 1962 fue galardonado con el Premio Antonio Machado por su libro Grado elemental. Su obra es una mezcla de intimismo y poesía social, con un particular y característico toque irónico, y trata asuntos cotidianos con un lenguaje coloquial y urbano, nada neopopularista ni localista. Sobre su vida y obra Ángel González dejó escrito: «Nací en Oviedo en 1925. El escenario y el tiempo que corresponden a mi vida me hicieron testigo -antes que actor- de innumerables acontecimientos violentos: revolución, guerra civil, dictaduras. Sin salir de la infancia, en muy pocos años, me convertí, de súbdito de un rey, en ciudadano de una república y, finalmente, en objeto de una tiranía. Regreso, casi viejo, a los orígenes, súbdito de nuevo de la misma Corona. Zarandeado así por el destino, que urdió su trama sin contar nunca con mi voluntad, me resigné a estudiar la carrera de Leyes, que no me interesaba en absoluto, pero que tampoco contradecía la costumbre, casi norma de obligado cumplimiento («todo español es licenciado en Derecho mientras no se demuestre lo contrario»), a la que se sometían en su mayor parte los jóvenes de mi edad y de mi clase social -clase media, transformada en mi caso, como consecuencia de la guerra civil, en muy mediocre. Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo poesía fue, antes que por otras razones, para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero acto de vivir. Pero yo hubiese preferido ser músico -cantautor de boleros sentimentales- o tal vez pintor. Fui, en cambio, funcionario público. En 1970 vine por vez primera a América -México y EE. UU.-, y empecé a quedarme por ese continente a partir de 1972 (profesor visitante en las universidades de New México, Utah, Maryland y Texas)”.

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