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El 6 de octubre de 1532 falleció Alfonso de Valdés, escritor español, reconocido recientemente como autor de El Lazarillo de Tormes, obra que se consideraba anónima históricamente. Alfonso de Valdés fue un humanista representante del pensamiento erasmista español. Su padre, Hernando de Valdés, fue regidor perpetuo de Cuenca y procurador de la ciudad en Cortes; de origen hidalgo, el mayor de sus hijos, descendía de familia conversa por parte de su abuela paterna. Su madre, María de la Barrera, descendía de una familia judía conversa por tres costados. Su tío materno, Fernando de la Barrera, cura de Villar del Saz y luego capellán de la iglesia de San Salvador de Cuenca, murió en la hoguera en la plaza de San Martín de Cuenca en 1491, acusado por la Inquisición de judaizante reincidente. Tanto a su padre como a su hermano mayor, Andrés, los procesaron años más tarde por “fautoría de herejes”, es decir por oponerse a la actuación del Santo Oficio; la pena que se les impuso fue mínima, una multa con vergüenza pública.
Hasta su muerte. Alfonso de Valdés está al lado del emperador desempeñando cargos en su cancillería. Mantienen correspondencia con Erasmo, al que admira profundamente, y cuya doctrina divulga en España e inspira su obra, además de con otros humanistas europeos. Alfonso participó en las conversaciones entre los luteranos y los representantes del papa en la dieta de Augsburgo, sin que su espíritu conciliador consiguiera que las partes enfrentadas evitaran la ruptura que llevó al cisma protestante.
En su primera obra, Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, De Valdés presenta el saqueo como voluntad de Dios, exime de culpa a Carlos V, señala la corrupción de la jerarquía eclesiástica y acusa al papa de desempeñar mal su oficio.
Sus dos obras, El Diálogo de Lactancio y un Arcediano, más conocido como Diálogo de las cosas ocurridas en Roma y El Diálogo de Mercurio y Carón, son discursos en los que defiende la política del emperador Carlos V y ensalza el pensamiento erasmista antes de que esta corriente pase a ser censurada en el medio siglo siguiente. Son alegatos políticos que incluyen numerosos documentos de la cancillería imperial. Su ideal cristiano y erasmista abarca todos los aspectos de la vida, todas las jerarquías y todos los estados de la sociedad.
En el año 2002 la profesora Rosa Navarro Durán postuló de nuevo su autoría en una de las más famosas obras literarias españolas de todos los tiempos: La vida del Lazarillo de Tormes, confirmando la autoría de Alfonso de Valdés. Entre sus argumentos está la predilección del verbo acaecer en lugar de acontecer, y argumentos temáticos que desplazan el foco del argumento de la historia: de las desventuras y humillaciones de Lázaro a una sátira hacia dos estamentos, la corte y el clero.