EN BUSCA DE MARCEL PROUST

Fue un 18 de noviembre de 1992 que Marcel Proust dejó de existir físicamente, no obstante, quedó su obra como autor de la serie de siete novelas entre las que destaca En busca del tiempo perdido.

Marcel que había alcanzado la mayoría de edad mecido por los sobreprotectores cuidados de su madre, aislado del mundo a lo largo de toda su vida, vio sus últimos días en noviembre de 1922 luego de que dos meses antes los ataques de asma se intensificaran.

Su vida está llena de detalles que hablan de su personalidad. Fue un protegido de su madre, Jeanne Neil, prototipo de la madre judía matriarcal, sobreprotectora y acaparadora, casada con Adviene Proust, médico de fuerte carácter.

El joven Marcel fue un estudiante brillante, lo que le permitió hacerse con tres títulos universitarios. Ávido de saber, poseía una vastísima cultura literaria, humanística e incluso científica. Proust se preparó durante toda su vida para escribir una novela. El único oficio que algún día tuvo Marcel Proust fue el de bibliotecario, nombrado así en su juventud como ayudante de biblioteca en la Mazarina.  

“El amor es una enfermedad inevitable, dolorosa y fortuita”, decía Proust en alusión a su difícil vida sentimental. Sus inclinaciones sexuales no debían airearse en sociedad. Visitó saunas y prostíbulos clandestinos con objeto de intimar con hombres e incluso llegó a pagar a jóvenes para prácticas masoquistas. A los 38 años se enamoró de su chófer que se mató poco después intentando pilotar un prototipo de avión. Adoró espiritualmente a algunas mujeres, pero sus grandes amores fueron todos masculinos, desde Charles Haas y Reynaldo Han, hasta Lucien Daudet, Bertrand de Fénelon, el príncipe Antoine Bibesco y Alfred Agostinelli entre otros.  

Tras la muerte de su sobreprotectora y amada madre, Marcel que cuenta 34 años, se sume en una profunda depresión. El novelista duerme, piensa, escribe y prácticamente vive en la cama.

En 1912, el comité de lectura de la Nouvelle Revue Française integrado entre otros por André Gide, (futuro merecedor del Premio Nobel de literatura en 1947) rechaza el primer volumen de À la recherche du temps perdu, (En busca del tiempo perdido), su obra cumbre terminada en los últimos 14 años de su vida. Su decisión estuvo determinada por la fama de snob y diletante que rodeaba al autor. Curiosamente su relación con la alta sociedad y sus consiguientes y elegantes artículos sociales publicados en la prensa de la época, le restaban credibilidad. Proust decidió autoeditarse, por lo que la primera parte de En busca del tiempo perdido fue autofinanciada por él,  tras ser rechazada por la editorial Nouvelle Revue Française.

La muerte ronda al autor que ve como el tiempo, inexorable, se pierde día a día. El 19 de noviembre de 1922 los periódicos franceses destacan “Mor de Marcel Proust”. El ganador del Premio Goncourt falleció a los 51 años víctima de una bronquitis mal curada, dos días después fue sepultado  con honores militares debidos a un caballero de la Legión de Honor. A los 101 de su muerte, Marcel Proust es dignatario con un rango cenital en la novela del siglo XX, coronado por la gloria literaria. 

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