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Alexandre Dumas, padre, novelista y dramaturgo francés, autor de obras tan conocidas como Los tres mosqueteros, falleció el 5 de diciembre de 1878. En vida fue reconocido por sus novelas y obras de dramaturgia y aventuras.
Sus obras han sido traducidas a casi cien idiomas y es uno de los franceses más leídos. Varias de sus novelas históricas de aventuras se publicaron en formato de series como El Conde de Montecristo, Los tres mosqueteros, Veinte años después, entre otras.
Escritor prolífico en diversos géneros, comenzó su carrera escribiendo piezas teatrales y escribió también artículos en revistas y libros de viajes. Sus trabajos suman casi 100.000 páginas.Una investigación reciente del escritor y periodista neoyorquino Tom Reiss sobre la vida de Alejandro Dumas, compilada en su libro El Conde Negro, revela que las experiencias vividas por el padre de Dumas, el general Thomas Alexandre Dumas, fueron las que inspiraron buena parte de sus obras más célebres.
En 1822 Dumas realizó su primer viaje a París, financiado con el producto de la caza. Quedó fascinado por la ciudad y el teatro. Por ello, unos meses después decidió volver con algunas cartas de recomendación para los antiguos amigos de su padre, afectos casi todos ellos a los Borbones. En 1823 se instala en París y entra al servicio del duque de Orleans como escribiente, gracias a su perfecta caligrafía. Continúa escribiendo y completando su formación de manera autodidacta. En 1825 se estrena su primer vaudeville, La caza y el amor y en 1826 publica su primera novela en prosa, Blanca de Beaulieu.
Con la representación, por la Comédie française en 1830, de Enrique III y su corte, consigue gran notoriedad y, en 1831, con Anthony alcanza su primer éxito. Éxito que continuará a lo largo de su carrera literaria con el género de su predilección: el drama romántico y la novela histórica. Se dice que fue el introductor del Romanticismo en el teatro francés, mostrando personajes orgullosos y rebeldes. Es un autor prolífico (tragedias, dramas, melodramas, aventuras…) aunque, para atender a la creciente demanda del público, tuvo que recurrir a la ayuda, notoria, de «colaboradores» entre los que destacó Auguste Maquet (1839-1851) que intervino en varias de sus novelas, entre ellas algunas tan notables como Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo