GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER, UN POSROMÁNTICO INTIMISTA

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, nació el 17 de febrero en Sevilla en 1836 y falleció el 22 de diciembre en Madrid en 1870. Fue un poeta español, máximo representante de la poesía posromántica, cuyo rasgo esencial es la temática intimista y una sencillez alejada de la retórica del romanticismo. Se conoce la influencia que ejerció en escritores como Machado, Ruben Darío y otros, y en los poetas de la generación del 27.

Bécquer es considerado un poeta vivo, popular cuyos versos están en la memoria de millones de personas. Fue hijo de una familia de pintores y él mismo estudió pintura. Cuando decide iniciar una carrera literaria el éxito no le sonríe y su proyecto de escribir una Historia de los templos de España fracasa, y solo publica un tomo. Como una forma de sobrevivencia se dedica al periodismo y a adaptar obras de teatro extranjero del francés 

En 1858, sufrió de tuberculosis y estuvo nueve meses en cama. Durante la convalecencia, fue cuidado por su hermano Valeriano, y escribió y publicó su primera leyenda, El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según los críticos la musa de algunas de sus Rimas.

Tienen una etapa fructífera de su carrera literaria de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone sus teorías sobre la poesía y el amor. Pasa una temporada en el monasterio de Veruela en 1864 donde escribió Cartas desde mi celda, un conjunto de descripciones paisajísticas.

A partir de 1866, se desempeña como censor oficial de novelas, lo cual le permite dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en parte en el semanario El museo universal. En Madrid, es nombrado director de la revista La Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante. El fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió extraordinariamente al poeta, quien, presintiendo su propia muerte, entregó a su amigo Narciso Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su muerte, que ocurriría tres meses después de la de su hermano Valeriano.

La fama literaria de Bécquer se la debe a sus Rimas, que inician la corriente romántica de poesía intimista y opuesta a la retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria del momento, sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no dejaría de crecer en los años siguientes. Las Rimas son un total de ochenta y seis composiciones. La mayoría publicadas por vez primera en 1871 a cargo de los amigos del poeta, el llamado Libro de los gorriones, hoy custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Su prosa destaca, como sus versos, por la musicalidad y sencillez de la expresión, cargada de sensibilidad. Destacan por su irrealidad y misterio, situado siempre sobre un plano real que deforma y desbarata.

Rima LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas… ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día….
ésas… ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…, desengáñate,
¡así no te querrán!

administrator