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Luigi era un niño a quien le encantaba la época navideña, como a todos sus amigos, le gustaba la comida, las decoraciones, la nieve, pero por sobre todas las cosas, le encantaba recibir regalos.
Todos los años sus amigos y él organizaban “Santa secreto”, un juego que consistía en obsequiar pequeños regalos a quien te tocaba en el sorteo durante 10 días. El último día, todos se reunían, llevando consigo un regalo de mayor valor y trataban de adivinar quién era su Santa Secreto.
Ese año, Luigi tenía planeado hacer lo de todos los años: Dar 4 tarjetas navideñas compradas en el supermercado, 5 paletas de caramelo y una prenda de vestir como regalo final. Rápido y simple. Todo porque no le gustaba romperse la cabeza pensando en regalos que le podrían gustar a la otra persona, lo único que le importaba era lo que él iba a recibir.
El día del sorteo, estaba emocionado, pero no por saber a quién le tocaría darle sus obsequios, sino porque una de las personas que estaban allí le daría 10 regalos y estaba ilusionado pensando en lo que podrían ser. Así que, como todos los años, cuando metió la mano en la tómbola y descubrió que le tocaba ser el Santa Secreto de Jimmy, un compañero de su clase, no le dio mucha importancia.
Al día siguiente se despertó emocionado por lo que encontraría en su casillero. Su mente pensaba en mini bicicletas, una caja llena de dulces, dinero en efectivo, el juguete de moda, pero cuánta fue su desilusión al ver en su casillero una tarjeta que solo decía “Feliz Navidad”. Los días siguientes no fueron diferentes, se desilusionó porque de hecho todo lo que recibía era muy similar a lo que él ponía en el casillero de Jimmy.
Cuando llegó el día del regalo final, todos estaban reunidos en el salón de clases, todos tenían cara de felicidad por los regalos anteriores, excepto dos personas: Luigi y Jimmy. El primero en adivinar fue Jimmy quien dijo:
– Mi Santa Secreto es Luigi – lo dijo desmotivado y triste, pues los regalos que había recibido eran muy superficiales.
– Si soy yo, que bueno que adivinaste – dijo Luigi – Bueno, me toca adivinar a mí, y en verdad no tengo idea de quien sea mi Santa Secreto, ya que fue el peor de todos los años. Los regalos no me gustaron para nada, fueron simples y aburridos.
Lisa, quien era una chica lista, le dijo:
– Yo fui tu Santa Secreto de este año Luigi, y el motivo por el cual escogí esos regalos para ti es porque yo recibí lo mismo de ti el año pasado, y me puso muy triste y desilusionada- Lisa sacó un gran regalo de su mochila, y se lo dio – solo quería que aprendieras que tienes que pensar en los demás y no solo en lo que vas a recibir.
Luigi se emocionó mucho porque cuando abrió el regalo resultó que era el juguete que todos los de su clase quería, pero al ver la cara de desilusión de Jimmy, fue hasta él y le dijo:
– Creo que tú te mereces esto más que yo, ya que nunca me detuve a pensar en lo que te gustaría recibir
La cara de Jimmy se iluminó de inmediato, y Luigi tuvo una sensación que nunca antes había sentido: la de hacer feliz a otra persona. Fue entonces que descubrió que se siente mucho mejor regalar algo en vez de recibirlo.