Mark Twain o la pluma de un aventurero

En 1910, un 21 de abril, falleció el escritor estadounidense, Mark Twain, autor de Las aventuras de Tom Sawyer. Samuel Langhorne Clemens había nacido en noviembre de 1835 y fue un autor conocido por su seudónimo Mark Twain, como escritor, orador y humorista estadounidense. Escribió obras de gran éxito y fama mundial como El príncipe y el mendigo, Un yanqui en la corte del Rey Arturo, pero es conocido sobre todo por su novela Las aventuras de Tom Sawyer y su secuela Las Aventuras de Huckleberry Finn.  

Twain se crio en Misuri, lugar que utilizaría como escenario para las aventuras de Tom Sawyer   y Huckleberry Finn. Trabajó como aprendiz de un impresor y como cajista, y participó en la redacción de artículos para el periódico de su hermano mayor Orion. Después de trabajar como impresor en varias ciudades, trabajó con poco éxito en la minería del oro, y retornó al periodismo. Como reportero, escribió una historia humorística, La célebre rana saltarina del condado de Calaveras (1865), que se hizo muy popular y atrajo la atención hacia su persona a escala nacional, y sus libros de viajes también fueron bien acogidos. Twain había encontrado su vocación.

Consiguió un gran éxito como escritor y orador. Su ingenio y espíritu satírico recibieron alabanzas de críticos y colegas, y se hizo amigo de artistas, industriales y de la realeza europea. Carecía de visión financiera y, aunque ganó mucho dinero con sus escritos y conferencias, lo malgastó en varias empresas y se vio obligado a declararse en bancarrota. En sus inicios como escritor, Twain escribía versos ligeros y humorísticos, pero evolucionó en un cronista de las vanidades, hipocresías y crueldades de la humanidad. A mitad de su carrera, con Huckleberry Finn combinó un humor fértil con una narración sólida y con la crítica social. Twain fue un maestro del lenguaje coloquial, y ayudó a crear y a popularizar una literatura estadounidense con personalidad propia, basada en temas y lenguaje norteamericanos. Una relación completa de sus trabajos es casi imposible de compilar debido al enorme número de trabajos escritos por Twain (a menudo en periódicos poco conocidos) y el hecho de que utilizó varios seudónimos diferentes. Además, una gran parte de sus discursos y conferencias se ha perdido o no llegó a transcribirse; así, la recopilación de sus obras es un proceso todavía inacabado.

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