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El 30 de abril de 2011 fallece el escritor argentino Ernesto Sábato, autor de Sobre héroes y tumbas, y El Túnel, entre otras novelas y ensayos. Sábato fue escritor, pintor y físico argentino, autor además de la novela Abdalón el exterminador. También destacó como autor de los libros Uno y el universo, Hombres y engranajes, El escritor y sus fantasmas y Apologías y rechazos, en los que reflexiona sobre la condición humana. Fue el segundo argentino galardonado con el Premio Miguel de Cerbantes después de Borges. El túnel es una novela corta de Sábato publicada en 1948. Juan Pablo Castel, personaje principal y narrador, cuenta desde el psiquiátrico los motivos que lo llevaron a asesinar a su amante María Iribarne.
Su longeva existencia lo llevó a ser un autor muy presente durante el siglo pasado y también durante la primera década del presente. Aunque se preparó para dedicarse a la física y a la investigación en este campo, su acercamiento al movimiento surrealista, especialmente a algunos escritores y artistas de esta corriente, torció de alguna manera su destino y terminó por darle rienda suelta a su inquietud como autor. Su visión existencialista reflejada en las tramas tenebrosas de sus novelas pobladas de personajes extraviados de sus valores morales, su manera de exponer ideas y conceptos, su facilidad retórica y la sapiencia a la hora de introducirse en la psicología de los individuos, lo erigieron en una de las grandes plumas de su tiempo y de su país.
Uno y el Universo es una obra escrita por el autor argentino Ernesto Sábato. En este libro, Sábato aborda temas filosóficos, científicos y existenciales, explorando la relación del individuo con el universo y la búsqueda de sentido en la vida. A lo largo de la obra, reflexiona sobre la condición humana, la soledad, el paso del tiempo, la existencia del mal, la ciencia y la tecnología, entre otros temas. El autor cuestiona las complejidades de la existencia y ofrece una visión introspectiva sobre la naturaleza humana y su lugar en el cosmos.
Hombres y engranajes es una obra literaria escrita por Ernesto Sábato como una recopilación de ensayos en los que el autor argentino reflexiona sobre la condición humana, la sociedad moderna y la tecnología, entre otros temas. El autor indaga en la alienación del individuo en la sociedad contemporánea, planteando cuestionamientos profundos sobre el rumbo de la humanidad y el papel del ser humano en un mundo cada vez más dominado por las fuerzas mecánicas y tecnológicas. La obra ofrece una mirada aguda y reflexiva sobre las complejidades de la existencia moderna, invitando al lector a cuestionar el rol de la tecnología en nuestras vidas y sus implicaciones en la experiencia humana.
En 1941 apareció su primer trabajo literario, un artículo sobre La invención de Morel en la revista Teseo. También publicó una colaboración en la revista Sury en 1942 continuó colaborando en aquella publicación con reseñas de libros, se encargó de la sección Calendario. Publicó artículos en el diario La Nación, al año siguiente publicaría la traducción de El ABC de la relatividad de B. Russell. En 1945 publicó su primer libro, Uno y el universo, una serie de artículos filosóficos en los que criticaba la aparente neutralidad moral de la ciencia y alerta sobre los procesos de deshumanización en las sociedades tecnológicas. En 1955 fue nombrado interventor de la revista Mundo Argentino, cargo al que renunció al año siguiente por haber denunciado la aplicación de torturas a militantes obreros y los fusilamientos de junio de 1956. Ese mismo año presentó El otro rostro del peronismo: Carta abierta a Mario Amadeo, en donde, sin abdicar de sus antipatías hacia la figura del expresidente Perón, efectúa la defensa de Evita y sus seguidores; posición que le creó numerosas críticas de los sectores intelectuales argentinos, que eran mayoritariamente opositores al gobierno derrocado.
Para la década de 1970, Sábato sentía que, como escritor, había dicho «todo lo que tenía que decir sobre los grandes temas de la condición humana: la muerte, el sentido de la existencia, la soledad, la esperanza y la existencia de Dios. En 1983, a modo de epitafio, dijo: «Soy un simple escritor que ha vivido atormentado por los problemas de su tiempo, en particular por los de su nación. No tengo otro título». El retiro de la actividad literaria coincidió con el agravamiento de sus problemas de la vista, por lo que dejó de leer y escribir por prescripción médica, para dedicarse a la pintura. A pesar de esto, en años posteriores continuó publicando esporádicamente.