Nueva feria cultural en La Mariscal

La feria cultural de La Mariscal que tiene lugar el primer domingo de cada mes en la calle Juan Rodríguez, la más hermosa de la ciudad de Quito -según el vecindario-, es un emporio de libros, artesanías y antigüedades dispuestas al transeúnte. El espacio cultural organizado por la Administración Especial Turística La Mariscal, se propone estimular la acción cultural comunitaria, mediante la prestación de servicios y la implementación de proyectos territoriales y desarrollo social participativo.

David Montesinos, dirigente del colectivo ciudadano Iniciativa Urbana Mariscal Sur, coordinador de la feria, se ha propuesto «apoyar estos espacios culturales en la calle con un mercado de artes, antigüedades y artesanías finas». Una forma de contrarrestar la cultura de la violencia con expresiones culturales que celebran la vida citadina de Quito: «Esto es lo que pacifica, que el espacio se vaya expandiendo hasta que los domingos sea un lugar de citas culturales», apunta el gestor cultural. En la feria hace una curaduría estricta para que todo lo que se ofrece al público sean objetos antiguos auténticos, libros, arte o artesanía exclusiva, convirtiendo al espacio en una feria temática.

El sitio escogido es ideal pues se trata de una calle trasversal ubicada entre a la Avenida 6 de diciembre y Diego de Almagro. Son pocas cuadras de sobrias casonas estilo neorenacentista bávaro alpino que datan de 1945, secundadas por un arbolado de viejos platanes que unen sus ramajes, de una a otra vereda, hasta formar un túnel de frondosas ramas. La identidad del callejón tiene origen en el nombre del clérigo Juan Rodríguez, vicario del convento de La Rábida en 1534. En el callejón Juan Rodríguez, además, existen 3 galerías de Arte entre las que destacan Punto Rojo y Galería de Artes Kingman, además, Manquri Coffe y la Posada Manta. En la actualidad la feria muestra los trabajos de 23 expositores con apoyo de la Administración Zonal de La Mariscal que otorga los permisos y carpas para los stands.

Iniciando el recorrido de la feria en sentido oeste-este, encontramos el stand del cubano Daniel Palao,  que comercializa libros y artesanías. Con típico aire antillano y acento caribeño nos dice que la idea «es movilizar esta calle que es para enamorar bajo los árboles y también para encontrar estos productos de arte y diseño». Daniel se define como «escritor y artista visual que realiza trabajos con diversas manifestaciones dentro de la visualidad», entre los que destacan siete libros suyos publicados sobre literatura autobiográfica, ficción y periodismo narrativo. Su puesto ferial ofrece obras de pequeño formato, joyería textil, postales, cerámica pintada a mano y libros.

A escasos metros se ubica Juan Carlos Morales, librero cubano que comercializa libros que importa desde Argentina y Cuba, en temas de literatura y ciencias sociales; entre sus títulos destacan obras de Eduardo Galeano y Gramsci, entreverados con poetas latinoamericanos.

Al lado del librero está el puesto de Eduardo López que vende bisutería de diversos diseños en collares, pulseras y relojes que trae de Canadá. Junto a su stand se ubica un puesto de antigüedades genuinas, que no han sido recién envejecidas para americanos, como versa la canción de Piero.

Cynthia Morales, en un stand contiguo vende objetos artesanales hechos en madera de cedro tallada, muñecos y tejidos. Cynthia que forma parte del colectivo artesanal La Comuna, cuenta que debido a la creciente presencia de público, ahora la feria se organizará cada semana, porque «hay que reactivar la producción nacional -señala- y, en esa línea de acción es importante que no decaiga la gestión cultural».

Cae la tarde y una persistente llovizna cuelga cristales sobre el follaje de los platanes. El rumor citadino de la feria de libros, antigüedades y artesanías de la calle Juan Rodríguez, se funde a los acordes del saxofón de un músico urbano que ameniza la fría jornada de domingo en el nuevo bulevar cultural de La Mariscal.

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