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Por favor, sé breve– dijo el Maestro–. No puedes hacer cuentos del tamaño de un bonsái mientras no aprendas a cautivar a una audiencia con tu verbo austero. Nunca olvides sembrar anécdotas mínimas. Sólo así podrá dominar el arte breve en esta vida larga.
–¿Y cómo puedo cultivar esos árboles diminutos, Maestro?
–En primer lugar, hay que ir al grano, nada de rellenos o digresiones.
–Eso puedo hacerlo, pero ¿cómo podar mis bonsáis hasta el máximo de lo mínimo? –Ah, eso es lo más fácil. Transmite el sentido y para.