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“Un mestizo de la poesía y de la cultura”
Un día 24 de noviembre de 1870, a las dos de la tarde y en París, se levanta la siguiente acta de defunción: “Isidore Lucien Duchase, hombre de letras, de 24 años de edad, nacido en Montevideo (América meridional), fallecido esta mañana, a las 8 en su domicilio de la calle de Faubourg-Montmartre, n° 7, sin más datos. El acta ha sido levantada en presencia del señor Jules François Depuis, hotelero, calle de Faubourg-Montmartre, n° 7, y de Antoine Millerte, camarero, en idéntico domicilio, testigos que han formado con nosotros, Louis Gustave Nast, adjunto de alcalde, tras haber leído y haber comprobado el fallecimiento ante la ley”.
Este joven “hombre de letras” nació, pues, en Uruguay, país desconocido para el redactor del citado documento, en abril de 1846. Aquella fue la escueta papelería que dio cuenta de la muerte oficial del creador de El Conde de Lautréamont, quien figuraba a su vez como autor de uno de los libros más decisivos en la historia de la poesía del llamado Occidente: Los cantos de Maldoror. Porque Maldoror, personaje central de estos Cantos singularísimos, es generado por el parisiense Lautreamónt más que por el montevideano Ducasse.
De Isidoro Duchase se sabe poco, según el investigador y traductor Manuel Serrat, sus supuestos biógrafos apenas si rozan la biografía de una sombra, de un fantasma. Pese a ser un escritor de la segunda mitad del siglo XIX y haber residido unos once años en Francia, no hay fotografías en las que pueda ser identificado con certeza.
Sólo hay dos, relativamente divulgadas, de las que nadie podría asegurar corresponden a ese joven nacido en Uruguay, de idioma materno el francés, pero bilingüe, cuyo padre trabaja en el Consulado de Francia en Montevideo. Agreguemos que la madre de Isidore, una francesa de nombre Celestine Davezac, es la sirvienta que, ya embarazada, se casará con el patrón; fallecerá en diciembre de 1847, un año y ocho meses después del nacimiento de Isidore.
Entre los datos que confirman la existencia histórica de Isidore Ducasse, figuran asimismo la partida de nacimiento; ciertas referencias a sus estudios en la provincia francesa (Tarbes, Pau) y sus actividades literarias en París, la comprobación de por lo menos un viaje a Montevideo, en 1867; un ejemplar de La Ilíada, en traducción de Gómez Hermosilla, anotado por Ducasse; alguna correspondencia; la constancia de un servicio religioso en la Iglesia de Notre Dame de Lorente, el 25 de noviembre de 1870, ante el cuerpo de Isidore Ducasse; no mucho más, parece ratificado por el propio Ducasse: “Je ne laisserai pas des Mémoires”. (Es decir, “No dejaré memoria de mí”, Poésies I).
Pero dejó una especie de memoria triple, o sea, la creada y compartida por Ducasse/Lautréamont/Maldoror. El poeta, así desdoblándose, colocó la violencia creativa del verbo poético en los centros mismos desde los cuales se desarrollan el discurso académico, la preceptiva literaria, la grisura crítica, la palabra de la ley, los reglamentos del orden, la representación verbal del poder. Y de esa memoria, que en buena parte se inventó a sí misma, se nutrieron las vanguardias del siglo XX, en especial, el surrealismo y continúan nutriéndose constantemente nuevas generaciones de lectores y poetas.
Los Cantos de Maldoror, esta obra inubicable e inclasificable , fue publicada en Bruselas con dinero del padre de Isidore y su primera edición en 1869, no fue distribuida en Francia por temor a la censura.
La censura se debe a que Los cantos de Maldoror ofrece al lector un mundo épico cargado de deshumanización, en donde glorifica el sadismo, la obscenidad, la violencia y la muerte, romantizando de esta manera el mal en una estructura literaria que fluye abrumadoramente entre lo grotesco, bizarro y lo satírico.
Esta obra inaprensible recién será recuperada en 1874, con portada distinta, y se comercializará en Bélgica, será reeditada en 1890, en París; conocerá nuevas ediciones, no sólo en francés, a partir de 1920 hasta hoy. En 1891, Remy de Gourmont revelaría la existencia por hallazgo casual, de dos cuadernos impresos en 1870: Poésies I y II, que en ediciones diversas conformarán, con los Cantos, las obras completas de este tenaz desmemorizador. Y tan autodesmemorizador que matará a Lautréamont (y por consiguiente a Maldoror) al dar fin a la escritura de los Cantos, para así nacer como Isidoro Ducasse en las Poésies, y reemplazar “la melancolía por el coraje, la duda por la certeza, la desesperación por la esperanza, el escepticismo por la fe…”.
Algunos han incluido por limitación nacionalista quizá, en la literatura uruguaya a Isidore Ducasse, cuando apenas si entra en la francesa.
TOMADO DE: https://elcafelatino.org/es/ducasse-lautreamont-mestizo-literatura/