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Nacido en Fuente Vaqueros, un pueblecito al noroeste de Granada, Federico García Lorca (1898-1936) era el hijo de un hacendado, uno lo suficientemente rico como para pagarle los estudios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Granada. A pesar de las carreras escogidas, en esa época se inclinaba más hacia la música que hacia las letras, y si se acabó interesando por lo segundo fue después de que su profesor, el célebre Martín Domínguez Berrueta, lo llevara de viaje por España.
La belleza de lugares como Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda o León le despertó la vocación de escritor, y así surgieron Impresiones y paisajes (1918), su primer libro –y único en prosa–, y las ganas de cambiar Granada por los ambientes culturales de Madrid. En 1919 se matriculó en la Residencia de Estudiantes, donde entró en contacto con alumnos de la talla de Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí, que influenciarían su obra posterior. Ese mismo año empezó a trabajar en el Libro de poemas, escrito bajo el magisterio de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, y poco después estrenó El maleficio de la mariposa (1920), la primera obra teatral de muchas. También en esa época conoció al maestro Manuel de Falla, que le ayudó a profundizar en los misterios del flamenco, el cante jondo y otras expresiones del folclore andaluz.
En 1927, coincidiendo con aquella reunión en Sevilla que bautizó a la generación del 27, Lorca se dio a conocer como un nombre propio en la poesía y la dramaturgia españolas. Luego se fue a Nueva York a escribir Poeta en Nueva York, y a la vuelta, y aprovechando la corriente de renovación cultural que traía la Segunda República, fundó La Barraca, un grupo de teatro universitario y ambulante que representaba obras del Siglo de Oro.
Cuando estalló la Guerra Civil (1936-1939) ya era un literato de fama internacional, que había estrenado en varias ciudades sudamericanas. Colombia y México le ofrecieron asilo, pero decidió quedarse; según su amigo, el poeta Gabriel Celaya, porque tenía una imprudente confianza en que la humanidad de las personas podía más que su ideología. Pasaron pocos días hasta que lo asesinaron, el 18 de agosto de 1936. Según un informe de la Brigada Político-Social fechado en 1965, se le acusaba de “socialista, masón y homosexual”; solo lo último era cierto.
Su estilo
Su estilo conjugaba lo popular con las vanguardias, y al mismo tiempo estaba enraizado en la tradición de la literatura del Siglo de Oro. De Quevedo tomó las herramientas del conceptismo, que manejaba con gran agudeza, y de Góngora, las metáforas. La luna, la sangre derramada, el agua o el toro son algunos de los elementos recurrentes en la simbología lorquiana, que siempre discurre hacia los mismos temas, el sentido trágico de la vida y la muerte.
Las obras más importantes
En Poema del cante jondo (1921) y Romancero gitano (1928), la estética y lo folclórico aún primaron mucho, mientras que Poeta en Nueva York es plenamente surrealista. Como dramaturgo, por su parte, destaca por Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936, publicado en 1945), que componen la “trilogía lorquiana”.
¿Un poeta costumbrista?
Tras la publicación del Romancero gitano (1928), Dalí y Buñuel lo tildaron de costumbrista, algo que lo molestó muchísimo, porque si escribía sobre los gitanos o el flamenco era solo porque en esas formas de arte encontró expresiones del dolor, la nostalgia, el amor, la muerte y otras verdades que van mucho más allá de unas coordenadas culturales concretas.
El misterio sobre su cuerpo
No está del todo claro, pero lo más probable es que fuera fusilado el 18 de agosto de 1936 a las 4:45 h de la madrugada, en algún punto entre las localidades granadinas de Víznar y Alfacar. Ha habido varios intentos por localizar el cuerpo, todos fracasados.
(Tomado de La Vanguardia)