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Por Leonardo Parrini
En tiempos en que la paridad de género en las lides electorales obliga a la participación protagónica e igualitaria de la mujer, asaltan mi memoria los versos de Neruda: Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega…
¿Qué tiene ese ser en similitud de generosa entrega con el mundo, cómo en dadivoso misterio se brinda a sus semejantes? Sin duda, con la simultaneidad de la mujer que le caracteriza, en capacidad de ser muchas, todas ellas en una.
La mujer se suma, se multiplica y divide para los demás, jamás se resta o se niega. Será por eso que sus derechos son nuestros derechos del hombre. Derechos humanos en su conjunto, proyecto de vida común. Plataforma existencial que reivindica todas las prerrogativas humanas. Sin duda, es por eso que el feminismo lo asumimos como un asunto de humanidad.
Desde sus albores la mujer representó al género humano como matriz y origen de la vida. Y luego, la diversifica en su simultaneidad de mujer en diversos roles de madre, hija, amiga, amante, hermana, compañera, obrera, constructora, poeta, bailarina, cantora, maestra, pintora, en fin, y lo demás, continúa en un interminable etcetera…
He ahí los testimonios de la historia donde ellas siempre fueron el ser histórico, trascendente, que señala el derrotero a sus semejantes. Ahí están ecuatoriales, Dolores la nuestra, Cacuango sin derechos, combativa por todas las carencias de su gente. Nuestras Manuelas libres y libertarias. Marieta, la Generalita en el poder.
Isadora, la Duncan, en majestuosa figura que dibuja una belleza nueva cada día con su danzante humanidad.
Violeta de Chile, que da gracias a la vida por haber amado tanto, sin haber sido amada en la exacta magnitud del amor transitado como un camino que se recorre hasta el fin. Alfonsina, en busca de nuevos versos, que se encuentra con el mar en oceánica actitud en entrega de la vida.
Son acaso solo algunas de las mujeres simultáneas y diversas que amamos. Por ser fiel enteramente a la mujer, no he sabido serle fiel a una sola.
Persistiré en tus luchas y batallas, para eso replico junto al poeta… Para sobrevivirme te forjé como un arma / como una flecha en mi arco, / como una piedra en mi honda..
Este no es solo un numeral poema de amor, ni una canción desesperada. En todo caso, un anhelo, la sangre puesta y la esperanza…
Cuerpo de mujer mía persistiré en tu gracia / Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso…
Mujer, simultánea e infinita.