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Fue una tarde de diciembre de 1913 que dos amigos, Francisco Taurel y José Razzano, organizaron una velada artística en la confitería Perú de la Avenida Mayo, en Buenos Aires, a la que decidieron invitar a Carlos Gardel. Cuando el ambiente se ponía entusiasta decidieron seguirla en un burdel de categoría en Viamonte, la casa de Madame Jeanne, de nombre original Giovanna Ritana, que mostraba la jerarquía de su negocio con un apelativo en francés. Luego de cenar, los amigos decidieron continuar la farra en el lujoso cabaret Armenonville. Esa noche quedaría sellada la suerte de los cantantes que fueron contratados por 70 pesos en el afamado lugar. Gardel entendió que el contrato sería por mes o por quincena, una cifra respetable. Pero ese cachet era por noche, toda una fortuna para suerte de los artistas y del público que disfrutó de la velada. Una muestra del talento del interprete argentino es su versión del pasillo Flores Negras, que no puede faltar en su repertorio histórico.