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El 21 de marzo se cumplió una efeméride del Día Mundial de la Poesía instituido por UNESCO, fecha que conmemora una de las formas más preciadas de la expresión, identidad y lingüística del ser humano. La poesía, género literario practicado a lo largo de la historia en todas las culturas y continentes, habla de nuestra condición común y valores compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del diálogo y la paz.
La UNESCO instauró el 21 de marzo como el Día Mundial de la Poesía durante el desarrollo de su 30 Conferencia General, en París en 1999. El propósito de la designación de esta fecha responde al objetivo de apoyar la diversidad lingüística, a través de la expresión poética y fomentar la visibilización de aquellas lenguas que se encuentran en peligro de extinción.
El día Mundial de la Poesía es una inmejorable oportunidad para honrar a los poetas, su obra, y revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura y la enseñanza del arte poética. Esta conmemoración permite fomentar la convergencia entre la poesía y otras artes como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de la poesía en los medios de comunicación. La poesía es la conciencia sublime del mundo, que cultiva la esencia de su vocación de cambio, justicia, libertad y solidaridad humanas.
En homenaje al día de los poetas del mundo, reproducimos el poema de Gabriel Celaya,
La poesía es un arma cargada de futuro Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, más se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades. Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo. Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte en lo idéntico a sí mismo. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica qué puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España en sus aceros. Tal es mi poesía: poesía-herramienta a la vez que latido de lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.