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Por Leonardo Parrini
Ya lo dijo Roland Barthes: en los detalles está el mito. Una afirmación, sin duda, que pone énfasis en aquellos aspectos con los que la ideología desmenuza, desestructura la realidad para mitificarla. La tarea del semiólogo francés, como de los estudiosos del fenómeno mitológico e ideológico del capitalismo, es precisamente desmitificar, desvelar los grandes mitos con que los aparatos ideológicos del sistema justifican su existencia y nos proyectan una imagen idealizada del mismo.
He ahí una labor cumplida, magníficamente, por la antropóloga ecuatoriana Ana Grace Avilés en su libro de reciente aparición Los Grandes Mitos de Occidente, publicación a través de la cual recopila y analiza un vasto número de creencias sobre las que ha sido edificada la mitología de la modernidad.
En la presentación del libro en el Centro Cultural Benjamín Carrión, Abdón Ubidia se cuestiona ¿Qué son, entonces, los mitos? Y responde: Pues, formas de explicar el mundo de un modo articulado y lógico. Y tienen una característica fundamental: son sagrados para quienes creen en ellos. Las ideologías son las mitologías de hoy.
Una de las mitificaciones occidentales es precisamente el hombre, “esa categoría totalitaria, (que) solo se acomodaba a un solo modelo humano: el occidental”. Visto así, los mitos son sagrados porque “implican un saber atado, trabado, unido a la tierra, a las cosas reales de esa tierra”, señala Ubidia en el prólogo del libro. No obstante, Occidente ha olvidado la unión del pensamiento y la cosa, el saber y la realidad palmaria, la palabra y la cosa siempre juntas.
El libro de Ana Grace Avilés, que emprende una investigación en la que está presente la guía de pensadores como Derrida y Romain Bertrand, representa una desacralización de los mitos de Occidente. Ubidia se pregunta, ¿Cuándo el mito pierde su carácter sagrado? Pues cuando se olvida de la realidad a la que pertenece y ya no representa lo dizque representado, cuando ya no dice la verdad de una cultura (que puede haber desaparecido) y se convierte en ficción. Y aquella es la aventura que emprende Ana Grace Avilés: desmontar las grandes mentiras que fundamentan la actual mitología -ideología, diríamos- occidental. Una mitología -según Ubidia- hecha, de un modo impecable y perverso, para justificar el saqueo, la masacre, la depredación de la naturaleza, desde la época en la que, sobre todo Europa, puso en marcha el coloniaje y la esclavitud.
El libro de Avilés implica también un esfuerzo ético: desmontar las grandes mentiras que fundamentan la actual mitología –ideología, diríamos– occidental. En tiempos de capitalismo tardío, como bien lo muestra Ana-Grace, “amparada por célebres universidades y academias, por grandes medios de comunicación, por todo el gran poder que hoy somete a la humanidad, esa mitología falsa de Occidente, pasa a ser la religión de hoy, la verdad revelada que sostiene, por la razón y la fuerza, la feroz maquinaria del capitalismo actual”. Ana Grace enumera 77 mitos de Occidente, entre otros: Las persecuciones y genocidios NO han terminado. NO Toda narración histórica es objetiva. La Globalización, NO es un fenómeno reciente. La rentabilidad, NO es el gran motor de transformaciones. NO es ejemplar modelo de producción industrial. El PIB NO refleja el bienestar de un país. La agricultura industrial NO eliminará el hambre en el mundo. El éxito económico NO se traduce en mejor calidad de vida. Modernidad, desarrollo y progreso NO significan mejorar y brindar bienestar. El trabajo NO puede dejar de ser una alienación gracias a Internet. La era del trabajo No está llegando a su fin. Una empresa rentable no es útil a la colectividad. Las sociedades del Primer Mundo NO son justas y democráticas. Para mejorar la calidad de vida NO es indispensable el endeudamiento. Los países pobres no salen del subdesarrollo porque sus Gobiernos corruptos impiden que se desarrolle libremente el comercio. La guerra económica no es una perversión del sistema, la guerra económica es el sistema. La economía no es una ciencia. Solo la educación no nos hará libres. La ciencia no es una práctica de formidable exactitud. Las neurociencias cognitivas no están provocando una revolución conceptual.
Ana Grace Avilés, antropóloga y artista, residente en París, Francia, visitó Ecuador para la presentación de su libro, oportunidad en la que atendió a nuestra entrevista en la que reconoce que “siempre he sido muy curiosa, me ha gustado buscar soluciones y ser un poco heroína, y querer salvar y cambiar las cosas”.
¿Qué le motivó a desmitificar al Occidente?
El choque cultural, yo resido en Francia desde el año 2000. Llegué cargada de ilusiones y la realidad me abrió los ojos de Occidente. Al comienzo fue difícil, fue un gran aprendizaje y eso me ha permitido escribir este gran libro. Es un privilegio, tengo la fortuna de tener una visión amplia de la realidad y me ha parecido un deber ser generoso compartir lo que uno aprende.
¿Cómo llega usted a tener esa visión amplia de la realidad de Occidente?
Quizá porque soy sensible, siempre he sido muy curiosa y me ha gustado buscar soluciones y ser un poco heroína y querer salvar y cambiar las cosas. Creo que el mejor cambio existe cuando uno aprende a aprender y es capaz de comenzar el cambio por uno e intentar que eso se contagie en el resto.
La lucha ideológica se traduce en una batalla cultural por las conciencias y las sensibilidades ¿cómo se inserta su libró en esa batalla?
No sabría decir, quizás porque un libro sigue siendo un material accesible para todo público. El libro ha sobrevivido a muchos materiales de intercambio. Y uno cree que a desaparecer porque sigue la tecnología cambiando, pero el libro sigue gustando y teniendo su atractivo, las palabras tienen ese poder que vamos asimilando poco a poco. El libro tiene ese tiempo, creo que esa es la fuerza que tiene.
La tecnología se contradice, de alguna manera, a la ideología, pretende interpretar el mundo, se dice que ya no existe ideología e incluso que ya no existe historia…
Bueno, esa es una de las cosas que estamos repensando, por eso el nombre de grandes mitos de Occidente, podría haber dicho ideas, pero como soy antropóloga manejo el mito, las creencias, ese es mi lenguaje, entiendo lo que tú me dices, pero tendría que pensarlo más porque es complejo.
Roland Barthes dice que en el detalle está el mito. ¿Qué detalles acentúa el Occidente para mistificarse de la manera en que lo hace?
Bueno, eso es lo que más trabajo en el libro, las cuestiones que más trato, el hilo conductor es la ecología, pero lo que más cuestionamos es la modernidad, el desarrollo y el progreso que son las tres palabras claves que ha movido siempre el capitalismo. El progreso nadie lo detiene, y que justamente en Occidente son cosas que gente de mi generación comenzamos a cuestionar. Hay un libro que me gusta mucho y me ha inspirado, La modernidad desencantada, porque ha pasado un siglo y ya comienzan a fallecer quienes tenían el desarrollo y el progreso como objetivo, y nosotros que vamos heredando que hemos aprendido de ellos, vamos viendo concretamente los resultados y comenzamos a cuestionar.
¿Cuánto tiempo tomó hacer este libro?
Muchos años. Yo escribía muchos artículos especializados en antropología, pero comencé a organizarlo como libro a partir del 2010 y decidí que tenía esta forma, cuando se me ocurrió el nombre del libro.
¿Qué destino tendrá el libro, en la batalla ideológica, qué destino le depara?
Espero que sobreviva y espero sobrevivir yo también. Yo sigo trabajando más mitos y va a tener una continuación. Este libro es de esa raíz, va a seguir creciendo con otras ramificaciones porque Occidente, sus creencias y sus ramificaciones es mucho más amplio de lo que he podido desarrollar en el libro realmente. Tuve que dejar de lado mucho material, hay que saber poner una pausa. Finalmente, decidí publicarlo, y le solicité a Abdón Ubidia que haciera el prólogo. Él ha sido mi maestro desde estudiante y me acerqué para pedirle presentar el libro cuando salió en época de pandemia. Y su presentación brillante como es, no podía estar sino como prólogo en el libro.
¿El libro es para todo público?Es dirigido para todo público, pero tengo que admitir que se usa antropológicamente, como funciona la mitología es bastante técnico, he tratado de ser bastante clara.