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Aunque tiene un nombre “poético”, el Metaverso poco o nada tiene que ver con la poesía. Sin embargo, es otra forma de metáfora porque reemplaza a la realidad, en lugar de ser universo es metaverso, en una realidad virtual. En julio de 2021, Mark Zuckerberg anunció que Facebook dejaría de considerarse una empresa de social media y pasaría a ser una empresa de metaverso. En octubre de ese año, Facebook pasó a llamarse Meta Platforms y el jefe de Facebook Reality Labs, la división de la compañía que supervisa cuestiones como la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR), pasó a ser el CTO, o chief technology officer.
Entre los adictos a las realidades virtuales el metaverso, como parte de un discurso público que reina en la red, es finalmente un gran meme que no se diferencia mucho de los NFTs o tokens no fungibles o los bitcoins. Para los expertos es también “una buzzword en boca de las grandes plataformas tecnológicas que se ha comparado con una nueva burbuja puntocom”. Los inversores, por no quedarse atrás, invierten en proyectos sobre el metaverso sin saber muy bien lo que es -aunque en octubre pasado Meta, que está invirtiendo miles de millones de euros en el metaverso, perdió un 20% de valor- un descenso sin precedentes.
La nueva realidad virtual o metaverso ha sido comparada con juegos como el Second life, creado en 2003 en el que los participantes pueden actuar como en el mundo real. Además, se la asocia con productos como las gafas Oculus y demás, y con videojuegos online como Roblox, Minecraft o Fortnite, que permiten la creación de mundos en su interior y la interacción entre cientos de personas.
Según el asesor financiero, Matthew Ball, experto en el sector tecnológico, “el metaverso es todo esto y al mismo tiempo no tiene nada que ver”. La afirmación de Ball se fundamenta en datos y análisis de mercado, reflexiones sobre el futuro de la computación y el hardware. Ball sugiere que el metaverso es solo una teoría, una idea intangible, no un producto que podemos tocar. Una teoría que en la práctica tiene varias limitaciones de carácter computacional. No tenemos ordenadores capaces de renderizar mundos sincronizados con nula latencia (básicamente, sin que se congele la imagen). En la actualidad existen muy pocos dispositivos podrían mostrar esos mundos virtuales. Hoy todavía existe una brecha entre lo que podemos hacer y su comercialización o democratización: hay gafas virtuales que nos acercan al metaverso, pero son tan caras que apenas tienen usuarios. Otra limitación es que, sin una cantidad considerable de usuarios no existe el metaverso. Además, hace falta que todo el mundo se conecte a Internet y lo haga con conexiones potentes, algo que todavía no existe en muchas partes del mundo. Por otra parte, persisten limitaciones empresariales. El metaverso que imagina Ball es democrático, no jerárquico, quizá un poco idealista, como eran idealistas los primeros fundadores de internet.
Actualmente las empresas promueven un metaverso corporativo construido por empresas privadas con el fin de comercializarlo, recabar datos y promover productos virtuales a través de la publicidad.
En sus publicaciones, Ball dedica muchas páginas a explicar cómo las grandes plataformas han construido en los últimos años un internet muy cerrado, “agrupando a la fuerza sus numerosos servicios, impidiendo a los usuarios y desarrolladores exportar fácilmente sus propios datos, cerrando varios programas de socios y obstaculizando -si no bloqueando directamente- los estándares abiertos y con fines de lucro que podrían amenazar su hegemonía”.
El metaverso en el mundo empresarial
El analista Nicolas Della Vecchia cita en su artículo, Metaverso para sus negocios, un estudio de la empresa Gartner sobre tecnologías y tendencias emergentes con impacto 2023 en el que se señala que el Metaverso tendrá una mayor audiencia en un periodo de 6 y 8 años.
Según expertos citados por Della Vecchia, el metaverso es definido como espacios virtuales con interacción social (Inteligencia Artificial, Blockchain, tokenización, entre otras), “que da vida a espacios inmersivos que habilitarán que podamos disfrutar la experiencia de internet desde adentro y con un grado de inmersión mejor de la que tenemos actualmente, más allá del dispositivo desde el que nos vinculemos”.
Axel Entraigas, Management Consultant & Metaverse Squad en Accenture, complementa la idea señalando que el metaverso “es el lugar donde convergerán nuestras vidas físicas y digitales, creando comunidades donde podremos trabajar, jugar, socializar, relajarnos, y por, sobre todo, ser quienes queremos ser y pertenecer a entornos que deseemos y con valores compartidos”.
En muchos aspectos, el Metaverso es una evolución de Internet. En la nueva década hemos comenzado a disfrutar de los beneficios de la hiperconectividad de nuestros dispositivos “para llegar a la Web3.0 y hacer que todas las tecnologías actuales confluyan en un espacio que permitirá que seamos nosotros los propios creadores y dueños de nuestra información&data, disfrutando de experiencias inmersivas: este espacio se llama Metaverso”, describe Entraigas.
En definitiva, “el Metaverso será una plataforma de contenido, donde se generarán comunidades e interacciones sociales, con un fenómeno apalancado en la experiencia inmersiva de los usuarios, y que en la actualidad está en una instancia beta, que a medida que se vaya sumando adopción, disparará innumerable cantidad de nuevos modelos de negocio”.