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El filólogo Bernardo Suárez recorre la relación del legendario cuarteto y el surgimiento de la cultura de masas desde paradigmas poco frecuentes para pensar a este grupo.
“El fenómeno Beatles puede verse como un epicentro que envía y reenvía hacia un marco más general que, en forma dialéctica, puede pensarse favorecedor para la aparición y desarrollo de un evento de características únicas. Son muchas las variables que parecen entrar en juego para conformar ese mapa. Nos detendremos en algunas de ellas”, anuncia el investigador y docente Bernardo Suárez en el comienzo de Beatles, Arte y vanguardia en la sociedad de masas, su flamante libro editado por Eudeba.
El autor, magíster en Análisis del Discurso y formado dentro de la semiótica, disecciona el fenómeno Beatle desde diversas aristas para analizar el por qué de su ineludible trascendencia no solo dentro de la historia de la música sino también de la cultura universal.
Ayudado de herramientas bibliográficas, pasión y curiosidad, examina a partir de dos cortes –experimentación y masividad– la obra y legado de los oriundos de Liverpool, lugar que conoció en un viaje que le aportó nuevos conocimientos para este trabajo.
En diálogo con Ñ amplía los ejes centrales de un libro que, explica, intenta reunir diversos factores para dar cuenta de un fenómeno complejo. Una banda que marcó a fuego el inconsciente colectivo y el devenir musical durante más de medio siglo.
–Se ha escrito muchísimo sobre los Beatles. ¿Cómo fue el proceso de producción de este libro que se inserta dentro de una vasta bibliografía?
–Comenzó hace unos siete años con artículos que envié a dos revistas académicas que fueron muy bien recibidos. Allí comencé a investigar qué pasaba con el abordaje de este fenómeno en otros países y encontré que en distintas universidades del exterior, Los Beatles aparecen como un objeto de estudio. El tema terminó de cerrar luego de un viaje familiar por Inglaterra que aproveché para realizar mi propio recorrido por los lugares emblemáticos: Abbey Road, la terraza de lo que fue Apple y, obviamente, Liverpool. Al mes siguiente de volver nos encerró la pandemia y comencé a pasar en limpio mis impresiones. También hubo mucha lectura previa del inabordable material escrito y fílmico sobre el tema.
–Té formaste dentro de la semiótica y el análisis del discurso. ¿Qué aportó esta corriente al trabajo que realizaste en el libro?
–Las ciencias que abordan fenómenos referidos a los signos y al sentido aportaron a los estudios sociales el abordaje de objetos que solía quedar por fuera de la academia. Sobre todo aquellos relacionados con la cultura popular. Hay una serie de herramientas teórico-metodológicas precisas que permiten observar y explicar los fenómenos puntuales que producen sentido en lo social. Eso me propuse en este trabajo.
–En la introducción recalcás la importancia de enmarcar tu análisis en un contexto social determinado. ¿Por qué?
–Entiendo que hay algún tipo de ida y vuelta entre el fenómeno y el contexto. Los Beatles son un producto de una época pero, a la vez, su producción marcó muchos de los eventos que se produjeron en ese tiempo. Me pareció importante retomar algunas cuestiones sociales e históricas del contexto de la posguerra en el cual crecieron los integrantes de la banda y toda una generación para luego detenerme en las transformaciones sociales que se producen durante la década del sesenta, y que tiene a Los Beatles como actores en algunas de esas transformaciones.
–Acerca de los años sesenta, enfocás tu análisis en la estética y el arte pop. ¿Creés que eso tuvo influencia en el adn Beatle?
–Creo que fueron parte de ese movimiento artístico que se desarrolló en varios lugares del mundo –incluso aquí en la Argentina en el contexto del Instituto Di Tella–, pero a su vez mantienen una relación dialéctica porque sus producciones alimentaron también esa iconografía y la poblaron de sentido. Queda como testigo de esos días el film Yellow Submarine (1968) y también en su conducta. Por ejemplo, la camisa que utilizó Paul McCartney en el evento televisivo Our World (1967) fue pintada a mano por él mismo y allí aparecen nuevamente esos parámetros en cuanto a colores y formas.
–También en relación a la época y al contexto, al comienzo planteás una pregunta disparadora que se va contestando a lo largo del libro: por qué Los Beatles quedan signados como responsables de un cambio estético en el paradigma de la música contemporánea. ¿Allí también emerge el contexto?
–Creo que las razones musicales no alcanzan para dar cuenta de la verdadera magnitud del fenómeno. Y es ahí donde entran a jugar también otros elementos como el contexto de época: el comienzo de una década signada por el avance de la generación joven; que hasta entonces no había ocupado un lugar preponderante en las decisiones. Esa generación se da cuenta de que está todo por hacerse y que es posible. Hay algo también propio de los fenómenos fundacionales: los orígenes comienzan a adquirir características míticas. Los Beatles ocuparon ese lugar porque, además de su talento musical innato, el desenfado, su compulsión hacia la perfección y las búsquedas experimentales estuvieron en el momento preciso en el lugar exacto.
–Yendo a tu análisis en particular, el libro está estructurado en dos configuraciones: Beatles como banda en vivo y como artistas experimentales. ¿Por qué decidiste fijar estos ejes?
–La mayoría de los autores que abordan el fenómeno coinciden en que hay un antes y un después a partir de que abandonan las presentaciones en vivo y se encierran en el estudio de Abbey Road. Cada una de esas etapas reúne características diferentes: la primera da cuenta de la explosión del fenómeno conocido como “beatlemanía”. La segunda se vincula con la experimentación sonora y estética. Me pareció que más allá de las cuestiones manifiestas como la imposibilidad de continuar tocando en vivo, el hartazgo de las giras y la necesidad de mejora en la producción, estos elementos remiten a posicionamientos estéticos. Considero que existe la conformación de dos universos o sistemas estético-simbólicos bien diferentes y ambos exitosos.
–En la configuración uno, es interesante tu análisis respecto a su construcción como ídolos y su relación con la industria. ¿Cómo analizás esto?
–El fenómeno responde también a necesidades del mercado. Se observaba ya en la década anterior una clara orientación del mercado musical hacia los jóvenes, por ejemplo en la movida del rocanrol de Elvis Presley o del Rythm & blues en general. Comienzan a despuntar los primeros ídolos juveniles. Pero muchos de ellos, como Presley, quedan presos de los mismos parámetros de la generación anterior. Esto es, la aparición en films donde se impone la mirada hollywoodense del chico lindo que enamora con su belleza y su música la chica linda. Los Beatles traen otro modelo. Se habían formado musicalmente en las duras giras por ciudades como Hamburgo, donde tocaban por largas jornadas para marineros, borrachos y prostitutas. Luego, para responder a los parámetros de la cultura musical del momento, su manager Brian Epstein les inculca algunas nociones de comportamiento y hasta les da un uniforme. Sin embargo, ese desenfado que los caracterizaba aparece solapado en algunas letras, conductas y composiciones. Esta me parece una química interesante y original. La forma se adecua al mercado pero subyace ese zarpazo que es un sello de la banda.
–La configuración dos es una de las que más entusiasma a varios fanáticos y le dedicaste bastante espacio. ¿Cómo abordaste esa etapa?
–Es la etapa más rica a nivel experimentación y cambio estético/musical. Podría resumirse en aquella conocida sentencia de Heráclito: “Lo único permanente es el cambio”. Cada disco que producían representa un cambio y una experimentación. Las regrabaciones, superposiciones, loops, la utilización de instrumentos propios de otros géneros y estilos marcan una búsqueda en la que los sonidos se ponen al servicio de la creatividad. No se trata solo de realizar una canción y arreglarla sino de generar un clima sonoro, una experiencia. Decidí analizar cada álbum atendiendo a la producción de sentido que se buscaba a partir de esos cambios.
–Respecto a este análisis de cada disco, resalta, por supuesto, Sgt. Pepper ‘s, un hito en su carrera y en la historia del rock. ¿Te pareció importante detenerte más en esta obra?
–Si bien es una obra cumbre por muchas razones ya conocidas, en el libro prefiero observar un proceso más extenso que comienza con Revolver (1966). Allí ya se observa el cambio en su intención. No podría decirse, al escuchar ese disco, que se trata de una banda de música pop. Ese proceso encuentra su máxima expresión en Sgt. Pepper (1967); luego, sigue otro período experimental que dará como resultado el ecléctico Álbum blanco (1968). Aquí los especialistas sostienen que parece la obra de cuatros solistas. Sin embargo, el disco tiene una gran riqueza por la mixtura de géneros y estilos. Terraza de por medio llegamos a Abbey Road (1969) una obra que da cuenta de una gran madurez musical.
–Acerca de esta cuestión de los “cuatro solistas”, en un apartado analizás el rol de cada Beatle como compositor. ¿Por qué decidiste agregar esto?
–Es interesante observar en perspectiva tanto la forma colectiva de composición, como la que siguió en sus etapas solistas. Resulta impactante la sinergia resultante de dos personalidades tan distintas como las de Lennon y McCartney. Daba la impresión de que se encontraban en el desafío constante de la composición. Luego hay algunas cuestiones que resultan exquisitas musicalmente: las baladas tienen un sonido particular en la ácida y rasposa voz de Lennon. McCartney podía componer melodías clásicas como “Yesterday” para pasar a expresiones furibundas que lindan con el rock duro como “Helter Skelter” e interpretar al borde de la afonía la blusera “Oh Darling”. Es esa usina creativa la que parece animar a un tímido Harrison que poco a poco empieza a mostrarse con canciones como “Something”.
–Entre tanta bibliografía Beatle circulando, ¿Cuál te parece el principal aporte de tu libro?
–Es una mirada que trata de reunir distintos factores –musicales, estéticos, contextuales, históricos, sociales– para intentar dar cuenta de un fenómeno complejo. Luego de haber leído tanto, puedo recomendar muchos trabajos excelentes que tratan el tema de forma muy rigurosa. En mi caso, como solía decir Borges: “Escribo para mí, para los amigos y para atenuar el curso del tiempo”. Mientras tanto, prefiero quedarme del lado de aquellos que después de casi medio siglo seguimos disfrutando de su música casi como la primera vez.
The Beatles: arte y vanguardia en la sociedad de masas
Bernardo Suárez
Eudeba
176 págs.
TOMADO DE: https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/beatles-hijos-padres-tiempo_0_1o2IVYi1M3.html