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Por César Ulloa Tapia
Los millennials son un segmento de la población que nació al umbral del siglo XXI, entre los años 80 hasta el primer quinquenio de los 90. Es una definición creada por los demógrafos Neil Howe y William Strauss con la finalidad de explicar cómo cambió el mundo debido a un recambio generacional tan marcado y que se produjo en todo el planeta. Este recambio abrió la posibilidad de contar con una fuerza de trabajo joven y muy numerosa, además de que esta generación está condicionada por las tecnologías de la información y la comunicación, internet y las redes sociales, es hija de la sociedad de la información y el conocimiento, así como de la tercera ola de democratización y la economía posindustrial.
Las organizaciones políticas en todo el mundo, partidos y movimientos, se alborotan en buscar estrategias para reclutar a los millennials o también conocidos como la Generación Y, como simpatizantes, adherentes, militantes o nuevos cuadros. No saben qué hacer ni cómo sintonizar con este segmento de la población que se distingue de manera gravitante de las anteriores generaciones, baby boomers y la Generación X. Eso se explica, en gran medida, porque nunca antes el planeta había cambiado tan rápido, de forma intensa y vertiginosa.
Para los millennials, la democracia es un hecho consumado, porque la actual sociedad líquida que lo vuelve todo efímero diluye los grandes relatos, es decir, a muchos de los jóvenes no les interesa saber qué tuvieron que hacer las anteriores generaciones en la mayoría de los países para optar por este tipo de régimen político; en otras palabras, los costos de salir de los autoritarismos, totalitarismos y dictaduras. Este desinterés se puede agudizar si en nuestras sociedades la historia es una disciplina residual y que termina siendo un relleno en los programas de estudios. Eso podría repercutir más en las actuales generaciones cuando tampoco hay construcción de ciudadanía.
En varios países tampoco hubo baby boomers como en el Ecuador, es decir, ese segmento de Europa, Asia y Estados Unidos que levantó la economía, la política y la sociedad misma después de la Segunda Guerra Mundial. La Generación X, es decir, los hijos de la anterior, también tiene sus propias características, ya que mientras en Occidente la mayoría de países optó por la democracia, en América Latina se vivían las más aberrantes dictaduras, sobre todo en el Cono Sur, sin perder de vista las variantes del autoritarismo en los gobiernos militares nacionalistas de Ecuador y Perú.
En las sociedades, en donde no se consolidó la democracia, y que además la corrupción, la impunidad y los estados patrimonialistas captaron el poder, la apatía se tomó a un gran porcentaje de los millennials, quienes más bien dirigieron sus intereses por la lucha de la progresividad de los derechos sociales, el cuidado del medio ambiente, la búsqueda de nuevas modalidades de división social del trabajo, el reconocimiento por lo diverso, lo distinto y lo trans. Sus búsquedas son las causas y no la militancia política.