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El 18 de mayo se conmemora el Día Internacional de los Museos, en virtud de esta efeméride conversamos con Ivette Celi P., museóloga, magíster en política pública e historiadora, quien nos dio una visión panorámica de la conservación de los museos ecuatorianos.
La situación actual de los museos en el país está abandonada. La gran mayoría de los museos que son de carácter público, son financiados por los gobiernos locales, no obstante, “luego de la pandemia entraron en un abandono sistemático, ya que el Estado pensó que son instituciones que no tienen importancia o no son fundamentales para el desarrollo del país o la reconstrucción del tejido social bastante malogrado por la pandemia”. Bajo este diagnóstico de Celi los museos son instituciones que están “sobreviviendo en un abandono, son espacios que han dejado de tener el interés de la ciudadanía que no los ve importantes, pese a que son los que guardan las reservas culturales simbólicas de la nación”.
Para esta sobrevivencia ¿qué políticas públicas existen?
No existen. Creo que esa es una deuda que está pendiente, no hay una política pública que pueda sostener a los museos. Hay una Ley de Cultura que, por supuesto, de alguna manera defiende la institucionalidad museal, especialmente la pública, y la que está ligada al Estado Central, pero ya en términos de gestión el museo no es una institución que está ahí por reivindicar la cultura, sino que es custodio de la memoria de la nación y eso implica un relacionamiento con diversidades culturales, con minorías étnicas, con espacios excluidos de la sociedad que intentan visibilizarse. No existe una política pública para eso.
En ese sentido, ¿un museo es un ente vivo o un depositario de vestigios?
Depende del criterio con que se vea. Para el Estado neoliberal es un depositario de vestigios. En la visión de un museo contemporáneo es el cuidador de la memoria, de la cultura; además, de una cultura social que ve en la paz, en el equilibrio y en la igualdad, un futuro desarrollo como un buen vivir.
¿Cómo rigen los museos su funcionamiento?
La mayoría de provincias tiene museo, solo dos no tienen en el país. La mayor concentración de museos está en Quito, y en Guayaquil. Tienen una reglamentación de acuerdo a cada municipio, la administración administrativa-financiera es de carácter autónoma. En el caso de museos que están bajo la Secretaría de Cultura del Municipio, esos museos carecen de autonomía administrativa y financiera.
Más allá de La autonomía administrativa, ¿qué podemos decir de su autonomía de pensamiento?
El problema de nuestro país es que los museos son instituciones culturales que carecen, en todo grado, de autonomía de pensamiento; y eso significa, en la práctica, que están a disposición de los gobiernos o los direccionamientos políticos de turno, pese a que un museo es una institución política porque pone en tensión los hitos históricos y sociales entre pasado y presente. El museo, como institución, tiene su administración vinculada a la ideología política. Pensemos en el Museo Nacional del Ecuador (MUNA) que está despojado totalmente de un pensamiento crítico y de autonomía de pensamiento porque tiene que estar alineado a una ideología neoliberal; si se le ocurre tomar una posición política frente a la demanda de la sociedad, automáticamente es cerrado y sus autoridades son eliminadas.
¿Cómo se financia un museo?
Los museos públicos se financian con fondos y recursos públicos y, en varios casos, recortados en su mayoría hasta más del 60%, con una falta de ejecución presupuestaria enorme. Los museos privados tienen un grave problema porque se financian con la taquilla, y tienen una estructura mixta institucional con apoyo de mecenas. Hay museos que no tienen recursos y la gente no está acostumbrada a pagar por hacer un recorrido museal. Es un tema que la política pública no está atendiendo.
¿Existe un público para los museos, hay interés de la ciudadanía en visitar un museo en Ecuador?
Existe un público siempre y cuando un museo tenga algo que mostrar, si no tiene nada que mostrar, no tiene un discurso o una línea discursiva metodológica, difícilmente va a tener público. Porque si vas una vez y no hay nada más que ver en un museo, no regresas nunca más, porque no hay una dinámica de exposiciones que sean atractivas. Los museos de nuestro país dejaron de hacer exposiciones internacionales y viven en una burbujita en la que no es importante traer exposiciones de fuera porque hay falta de recursos, falta de interés o falta de voluntad política, creo que la última gran obra que se trajo del Museo del Prado, fue en el 2019. No hay un ejercicio de una alianza estratégica, porque los museos también se sostienen con cooperación internacional. No podemos estar tapados los ojos sin ver lo que hay alrededor, tanto regional como internacionalmente. Hay que saber qué es lo que están haciendo museos europeos y americanos. Si no podemos ver más allá no vamos a poder estar al mismo nivel de demanda de museo contemporáneo y entonces retrocedemos. Creo que hay un retroceso del tema museal; hay muchos esfuerzos, pero son esfuerzos superficiales porque sabemos que el mantenimiento del MAAC, por ejemplo, en Guayaquil es costoso y no se ha hecho por más de cinco años. Ese espacio museal no tiene aire acondicionado y los bienes están deteriorándose. En el caso de la colección nacional, tienes a los bienes del Ecuador guardados en cajas, entonces no hay movilidad de bienes. Hasta hace cinco años las colecciones nacionales eran las que proveían insumos al resto de colecciones del país para poder hacer propuestas museológicas. El Museo Nacional del Ecuador prestaba obra a diversas instituciones culturales, había una circulación a nivel nacional, pero ahora esos bienes están encajonados y no se prestan, entonces la gente no tiene oportunidad de verlos, y los investigadores no tienen oportunidad de poner en valor con sus investigaciones ese patrimonio y, de alguna manera, materializar esas investigaciones.