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Por Fausto Segovia Baus
Hoy es el Día Universal del Niño. Mucha tinta ha corrido sobre este tema, y la humanidad todavía está en deuda con la niñez, porque los Estados, las organizaciones y las familias han olvidado sus deberes y responsabilidades.
En esta oportunidad deseo referirme a otro “niño”: al niño interior. Para ello, recuerdo a Erik Berne, padre del Análisis Transaccional, quien, a diferencia de Segismundo Freud -que cifró sus hipótesis en la libido-, planteó un punto de vista diferente para tratar de comprender la personalidad y las posibles relaciones con los demás.
Berne descubrió que, en cada ser humano, independiente de la edad biológica o cronológica, existe tres estados o tipologías: un estado padre generoso y bueno o un padre autoritario y duro; un estado adulto que se maneja a través de interrogantes y preguntas; y un estado niño juguetón, originario, espontáneo y alegre o uno renegado, insoportable o desatento.
Dentro de estas complejas relaciones, surge el estado niño del yo, que tiene su cara positiva (en tanto es risueño, suelto y juguetón ), y su cara negativa (en ocasiones impertinente, difícil o programado). Los psicólogos hablan de la necesidad de expresar el niño natural que llevamos dentro; lograr transacciones con los estados adulto y padre, en condiciones de mejorar las relaciones y no de conflictuarlas. En otros términos, abrir espacios de comunicación nutritivos y evitar en lo posible la manipulación, en los dos sentidos: manipular o ser manipulados.
La vida es un escenario donde todas las personas jugamos a ser perdedores o ganadores; a culpar a los demás de nuestros errores o a sacrificar todo por un ideal; a ser felices y a procurar -lamentablemente- la infelicidad de los demás.
Saquemos, entonces, al niño natural que yace en nuestro interior, que nos sonríe a la vida, pese a las dificultades, y que salga a nuestro rescate, en estos momentos de tanta dureza, incertidumbre y crueldad. Y que el Día del Niño sea diferente para los niños, y también para los adultos con espíritu de niños.
TOMADO DE: https://www.elcomercio.com/opinion/rescate-del-nino-interior.html