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Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y me dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedo caída
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Tirome con una flecha
enarbolada de amor
y mi alma quedo hecha
una con su criador;
ya no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
que mi amado es para mí
y yo soy para mi amado.