Los Seudónimos en la literatura

Sin duda, la entrega del Premio Planeta 2021 a Carmen Mola volvió a poner sobre la mesa el uso de los seudónimos en la literatura. Cuando parecía que firmar una obra literaria utilizando un alias era un recurso en desuso, los escritores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, creadores de Carmen Mola, nos recordaron que todavía sigue vivo.

Por eso, hemos hecho memoria para reunir a los seudónimos más destacados de la literatura. ¿Los conoces a todos? ¡Descúbrelo!
Los seudónimos más célebres de la literatura

El uso de seudónimos en la literatura tiene su propia historia escrita por grandes autores y autoras que decidieron, por diferentes motivos, no revelar su verdadero nombre a la hora de publicar sus obras.
¿Cuáles son los motivos para usar un seudónimo?

Los motivos que llevan a un autor o autora a no revelar su identidad real publicando sus obras bajo un seudónimo son muchos y muy distintos.

Así, la discriminación por motivos de género, la inseguridad o timidez frente al qué dirán, el temor a las consecuencias familiares, laborales, políticas y sociales o simplemente el poder disfrutar de mayor libertad a la hora de escribir son algunas de las razones más recurrentes. Con todo, hay casos en los que incluso las razones comerciales o la poca sonoridad del nombre real ha sido motivo más que suficiente para acogerse al uso de un seudónimo.
Mujeres que se ocultaron detrás de un seudónimo

Aunque recientemente son los motivos comerciales los que impulsan este tipo de decisiones, durante el siglo XIX y parte del XX, han sido muchas las escritoras que utilizaron nombres masculinos como seudónimos para huir de la discriminación por razón de género. Cuando el oficio de escribir no encajaba dentro de los límites que la sociedad de la época le atribuía a las mujeres, las autoras encontraron en los seudónimos la vía de escape que les permitía publicar sus obras.

Entre las escritoras que adquirieron mayor renombre detrás de un seudónimo destaca, por ejemplo, Louisa May Alcott. La autora de Mujercitas, un clásico de la literatura llevado al cine en varias ocasiones, firmó sus primeras obras como A.M. Bernard.

Precisamente en esa misma época se sitúa Charlotte Brontë. Tras pedir opinión sobre unos poemas al poeta Robert Southey y obtener una respuesta hostil que le recomendaba abandonar la literatura, la escritora de Jane Eyre decidió publicar con el seudónimo Currer Bell.

Pero Charlotte no fue la única de las hermanas Brontë que destacó por su talento literario. En 1846, Emily Brontë y sus hermanas Charlotte y Anne utilizaron los seudónimos de Ellis, Currer y Acton Bell, respectivamente, para publicar varios poemas. Quién le iba a decir a Emily Brontë que un año más tarde publicaría Cumbres borrascosas, una novela que hoy ocupa un lugar destacado en la historia de la literatura universal.

Ligada indiscutiblemente a su obra Frankenstein , Mary Shelley publicó bajo el anonimato este terrorífico relato en el que daba vida a una de las criaturas más destacadas del universo del terror. Por aquel entonces, la sociedad entendió que una historia semejante no había podido ser escrita por una mujer, por lo que otorgaron la autoría a su marido Percy Shelley.

Otra autora vinculada profundamente con el protagonista de su obra es J.K. Rowling. La creadora del mundialmente famoso universo mágico de Harry Potter ocultó intencionadamente su nombre Joanne por imposición de la editorial, que consideraba que los jóvenes lectores serían reacios a comprar libros escritos por una mujer. Aunque el éxito de Harry Potter demostró lo contrario, resulta curioso que la misma autora volviese a elegir un seudónimo masculino para firmar la saga de novela negra Cormoran Strike iniciada con El canto del cuco. Para la autora, el alias Robert Galbraith le permitió acercarse a los lectores desvinculada de su fama.

Otra escritora que prefiere utilizar sus iniciales para confundir a los lectores es Erika Leonard. La creadora de la serie 50 sombras de Grey firma sus obras como E.L. James, un seudónimo difuso adquirido también por motivos comerciales.
Autores que firmaron con un seudónimo

Otros motivos mucho más diversos son los que impulsaron a grandes escritores a cambiar su nombre real por un seudónimo. Así, Leopoldo Alas, autor de La Regenta, decidió apodarse Clarín inspirado por el instrumento musical mientras que Neftalí Reyes, conocido como Pablo Neruda, cambió su nombre para no avergonzar a su padre. Con el mismo motivo que el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada y Premio Nobel de Literatura, Eric Arthur Blair utilizó el seudónimo de George Orwell con su novela Sin blanca en París y Londres.

Otros nombres destacados de la literatura universal que resultaron ser seudónimos son los de Lewis Carroll y Mark Twain. Los autores, conocidos respectivamente por obras como Alicia en el País de las Maravillas y Las aventuras de Tom Sawyer, apostaron por los seudónimos para separar sus profesiones -matemático y navegante- de su carrera literaria.

En este punto, cabe citar a Daniel Foe por haber sido el escritor que más seudónimos distintos ha utilizado durante su carrera literaria. El creador de Robinson Crusoe utilizó ciento noventa y ocho alias diferentes para escribir cuatrocientas obras. Aunque el más popular es Daniel Defoe, también firmó como Robinson Crusoe o Secretario del Emperador de la Luna.

Más contemporáneos son seudónimos como Blue Jeans, alias tras el que se esconde Francisco de Paula Fernández González. El escritor de literatura romántica y policíaca para adolescentes conocido por títulos como El campamento o series como Canciones para Paula, ​El Club de los Incomprendidos y La chica invisible decidió utilizar un seudónimo para mejorar la sonoridad de su firma.

Así, además de Carmen Mola, fueron muchos los autores masculinos que se ocultaron detrás de seudónimos femeninos por diferentes razones a lo largo de la historia. Destacan algunos como S. K. Tremayne -elegido por el británico Sean Thomas Knox autor de obras como Las hermanas de hielo-, Lisbeth Werner -utilizado por Carlo Andersen y Knud Meister, creadores de la serie juvenil Puck– o Amelia Drake -seudónimo de Davide Morosinotto y Pierdomenico Baccalario, creadores de la serie La Academia-.


TOMADO DE: https://www.imosver.com/blog/autores-seudonimos-literatura/

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