Erótica y virtual relación con un alado libro

IVÁN ULCHUR COLLAZOS

Anoche te he tocado y te he sentido

sin que mi mano huyera más  allá de mi mano,

sin que mi cuerpo huyera, ni  mi  oído:

De un modo casi humano

Te he sentido.

ABREBOCAS

Ésta es la cadencia del amor humano expresado en la poesía de Gonzalo Rojas. Ritmo simétrico que me  tomo la libertad de aplicar al libro, otro cuerpo físico insinuante y sensual que poco a poco se ha venido desvaneciendo y transformando en virtualidad desmadejada, en e-book frígido.

Hasta hace poco, los libros eran libros porque se tocaban, se sentían con las manos que iban más allá de las manos para penetrar la lascivia de las páginas. El cuerpo del lector se pegaba a aquel cuerpo compuesto de hojas escritas provenientes de las hojas arbóreas. Y empezaba el juego del maderamen y el caderamen, entre página y página, desde el párrafo que inauguraba la  historia hasta el quejido de la frase final. El libro era libro porque era tocado musicalmente, sentido en sentido del sonido y del sentido o significado. Y de los sentidos sensoriales. Era pura fruición abrir la portada para ingresar a otros mundos, para subirse al avión con el objeto al  lado, mirándote agradecido de que lo abraces y lo hagas legible y susceptible de ser interpretado mientras te dejas ir al  bosque de palabras, unas gordas y otras flacas y otras llenas de garrapata.

BOCADITOS

Leer es alterarse,  distraerse, salirse de la rutina  para acceder a un cuerpo  alado. Un lector hundido en un libro es un despistado.

Un niño es candidato a lector desde el momento en que recuerda la imagen de alguien sentado con los ojos concentrados en un juguete mágico con el que ese alguien conversa en silencio.

El libro es libre en su invitación a ser manoseado,  ojeado, sopesado y…..abandonado a nombre de lo que Daniel Pennac,  llama derecho a no leer, pues  ¨el verbo  leer no tolera el imperativo.”

Borges valora al libro como instrumento extensión de la memoria y la imaginación, pero afirma que no le interesa como objeto físico. Sin embargo, el libro es, de entrada, presencia física, volumen tangible, porque hay que tocarlo por si acaso sea arisco, como un instrumento que no exige músicos sabedores de notas y oído de tísico, sino que acepta tocadores desentonados, desvirolados, con buenas intenciones  de conocerlo democráticamente y echarse a navegar hasta que el sueño los desperece y los desespere con entusiasmo y hambre canina de papel molido y escritura entretenida.

 INSTALACIÓN NOVELERA EN EL FUTURO DE LOS E-BOOKS

Empeñado como estoy en establecer una relación amorosa entre el lector y el libro (¿o la libra?) , debo insistir en el deseo de leer como un enamoramiento que aumenta la capacidad de comprensión del objeto alado y la necesidad de tenerlo al lado. Decidí lanzarme de cabeza calva al mundo virtual de los e-books con una novelita publicada por megustaescrbirlibros, una editorial bajo la que se escondía la acaparadora Randon House y se explayaba la transnacional Amazon.

Quería participar de la mutación.

¡Oh sorpresa grata! Mi relato gozó y goza de una abundante publicidad que luego se extendió a mis obrillas publicadas antes en Quito con casi inexistente mercadeo. Cómo me iba a quejar de tanta amabilidad que tenía por objeto difundir mi texto por todas las galaxias y venderlo o bajarlo casi regalado a los que tuviesen Kindle. Hasta me ofrecieron regalías, pues la novelilla, me dijeron, se vendía en dos por una, gracias a la inmensa capacidad vendedora de Amazon. Me pidieron dirección y tal y esperé las regalías, las esperé ….hasta el sol de hoy. No importa, algún día me llegarán unos cuantos euros suficientes para invitar a mi familia a una trucha asada en la Tablita del Tártaro. Había dado un paso de Adelantado y me preguntaba por qué ninguna editorial nacional no se apuntaba a hacer conocer sus talentos ingresando a la vía láctea de los libros, ajenos totalmente a mi terca teoría del amor y del objeto de deseo de un cuerpo empapelado y con trozos y trozos  ensamblados, algunos, como relatos  sexis o hots.

Mi segunda aventura de navegación sideral se acaba de cumplir con otra editorial española muy chusca –EAE- especializada en tesis doctorales y ensayos. Ya llevaba yo 2 años esperando que mi universidad me publicara un libro sobre  versiones de realismo mágico en 4 autores. La paciencia ha sido mi virtud indestructible; todo mundo metía cuchara, empezando por el Senescyt que obligaba a que el ensayo fuera leído por pares anónimos que mandaban sugerencias con las que convergía y difería. Vuelve y juega con las mejoras. Las intenciones de la institución del gobierno eran en principio, elogiables, pues se trataba de mejorar la calidad formal y argumental de los textos. Metodología, marcos teóricos, personas gramaticales etc. Pero se olvidaban de que una cosa era investigar y buscar, con ínfulas científicas, por ejemplo, un remedio casero contra la corrupción, y otra el ensayo literario, feliz elaboración de subjetividades y recursos de ficción y juegos creativos. Job sigue esperando que, algún día, su libro que ha sobrevivido heroicamente las objeciones, salga a la luz como dama pública, pero digna.

Simultáneamente me alisté a separarme llorando, de este otro amoroso armatoste de libro: grueso, coqueto, casquivano, que contaba vida y obra, amores y políticas de dos genios Nobel: Mario V Llosa y Gabriel G. Márquez.

EAE se tomó 3 semanas para evaluar literaria y comercialmente las pegas de mi mercancía. Me nombraron a Natascha como asistente, firmé contrato y Natascha me  puso a editar el libro, cosa que me sacó de quicio, pues no soy experto en artes gráficas y, si recomponchaba tal margen, se me descompaginaban las fuentes y los párrafos y borrón y cuenta nueva. Mi ensayo amor moría físicamente; o ,mejor, lo físico era lo de menos y lo virtual era el futuro. Natascha me advirtió que la carita de mi libro no estaba totalmente atractiva. Era explicable, dado mi pulso de maraquero. Torpe.

Bebe-Book

Enseguida, ella anunció el nacimiento de Los caminos de la vida, título de una canción vallenata que aparece como epígrafe. Era un bebe-book, descuidado, impersonal, intocable, inodoro, deserotizado y carísimo. Natascha me dijo abiertamente que el precio de 95 euros era de mercado europeo y gringo. Que no me preocupara por el destino de mis elucubraciones. Que los académicos eran tan compulsivos que se desvivían esperando ávidos lo último en maracas, como quien espera el perfume más cotizado para untárselo, evaluarlo y desecharlo. Les cuento: me convencieron de que yo debía dar el ejemplo comprando el primer ejemplar de mi propia mercancía, con descuento. Así fue. Me mandaron 3 ejemplares  y el precio bajó automáticamente a 75 euros. Me dije: ni que fuera yo Vargas Llosa o un connotado del jet set.

 Para decirlo sofisticadamente: se estaba operando una paradoja: lo que mi libro iba empezando a ganar en difusión globalizadora, lo iba perdiendo en localización. Era un campesino urbanizado cuyo mensaje podría estar circulando quizá hasta por algún club de macondianos en el áfrica subsahariana o entre expertos en el periodista miope de La guerra del fin del mundo, de V Llosa, en los territorios terroristas de ISIS, pero ya como un espíritu intocado no sentido, ni existente en la tierra firme del campesino amante del color local. En otras palabras, mi ensayo no existía aquí en la localidad de los parroquianos amantes de la lectura, pero vivía como fantasma.

Salvo en mi mesa, donde no me canso de sobarlo y mimarlo y sopesarlo, con mi mano que va más allá de mi mano. La portada, escogida a la ligera y cuestionada a lo lento, de unas muestras requetecursis, no gustó; rápidamente le encontré una explicación a posteriori que salvó los platos: miren: la manzana encima de los libros es la de la discordia entre los dos genios, mediada por los libros, es decir, por el oficio de escritores y los componentes ideológicos. Aprobaron a regañadientes. A la hora de la hora, yo era el autor, ja.

No obstante, no hay punto de comparación. Mi idilio ha  renacido con este libro impreso, presente, palpitante, gordiflón que ahora ya ha sido incluido entre las virtualidades publicitadas de Amazon en la red.

PREGUNTAS Y VENTAJAS

¿Será que necesito comprarme 20 ejemplares más, para que el precio baje bien abajo y mi e-book mute su olor apátrida y los amigos que aseguran lo bajarán,  se animen a debatir los planteamientos escritos de todo corazón y con digitales de motricidad fina muy débil?

¿Será que todo libro electrónico, es parte de la deshumanización inevitable de estas épocas reacias a conversar con calidez, (esta palabra, no sé por qué, me recordó el análisis de medios que Mac Luhan hace años denominaba calientes (fotografía) y fríos (una caricatura)?

A favor del e-book está su capacidad inmediata y mundial de difusión. Igualmente, sus tirajes interminables que eliminan los depósitos tradicionales con ejemplares que no se vendían; y su agilidad de producción a pedido. Ah, y la publicidad generosa que toda mercancía necesita para ser humildemente consumida en el flujo incesante y espontáneo de creadores que revolotean por la red.

¿Con qué nos quedamos? ¿Con el libro vivo y coleando o la tableta que se traga sin más ni más?

¿Con la localización para los pocos y atorados lectores o el anonimato transeúnte y porque sí de la (invento japonés) glocalización?

De paso, el e-book elimina el papel y Bill Gates sonríe satisfecho, mientras V Llosa aboga por la sobrevivencia de los toros y del libro impreso:

´´ No consigo hacerme a la idea de que la lectura no funcional ni pragmática, aquella que no busca una información ni una comunicación de utilidad inmediata, pueda integrarse en la pantalla de un ordenador, al ensueño y la fruición de la palabra con la misma sensación de intimidad, con la misma concentración y aislamiento espiritual, con que lo hace a través del libro.´´

Quizás entonces, Gonzalo Rojas, el profe con su boina y su poesía orgásmica y pícara,  quiera replicar desde la eternidad: ´´ La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo la palabra placer.´´

ACCIÓN AFIRMATIVA

En este momento cargo y abrazo mi libraco alado, casi humano, por toda la casa y saboreo una manzana ana. Tampoco me libro de su alteza el virtual,  virtuoso y e-mbriagante libro.​

administrator