Primero de mayo: unidad en la diversidad.

Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay los que luchan un año y son mejores, pero hay quienes luchan toda la vida… esos son los imprescindibles, dejó escrito Bertolt Brecht. En esta efeméride, el primer día de mayo, evocamos aquellos hombres que toda la vida hicieron de su existencia una jornada de lucha por la dignidad laboral y justicia social. Por ellos permanece esta fecha escrita con sangre, sudor y lágrimas obreras, en las inmemoriales páginas de la historia del movimiento sindicalista del mundo.

El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la conmemoración del movimiento obrero mundial, fecha de unidad en la diversidad geográfica, social y humana de los trabajadores. Cierto es que los impulsa un aliento colectivo, pero en la individualidad de sus nombres son seres singulares. Pedro, Juan o Diego… son tan valiosos como las vidas de esos operarios; huelen a cuero del talabartero, preciosos como la filigrana del orfebre, forjan el temple del acero en las maestranzas, son el paño tejido en las factorías, el pliego del libro en las imprentas, el arado que abre el surco en la tierra, el pan de los emporios populares, la viga en los talleres carpinteros. Todos los oficios en el oficio de crear la riqueza del mundo, a cambio de la miseria de sus vidas.

Diversas son las luchas, como diversas las fechas en el calendario. Esta es una página arrancada de su almanaque, Primero de mayo, cuando realizar múltiples reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras en memoria de los Mártires de Chicago en huelga, caídos el 1 de mayo de 1886. Militantes orgánicos del movimiento anarquista y comunista, que consagraron en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional -celebrado en Paris, 1889- esta jornada reivindicativa de los derechos laborales.

En otras ciudades del continente americano, en Estados Unidos y Canadá, otros hombres imprescindibles que lucharon toda su vida, se abocaron a conmemorar el Labor Day, un 5 de septiembre de 1882, organizado en Nueva York por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo.

En Ecuador, una efeméride escrita con tinta sangre en los anales de la historia conmemora la lucha de los operarios en el tórrido puerto principal. De ellos están sus nombres, como cruces sobre el agua, flotando en la riada ardiente del manso Guayas y en la memoria insumisa de los ecuatorianos. Ellos son quienes levantaron en ristre las banderas purpúreas de los sindicatos, enarbolando anhelos de justicia un 15 de noviembre de 1922. Memorable homenaje consignado en la prosa de Joaquín Gallegos Lara, cronista literario de su tiempo sin tiempo, Las Cruces sobre el agua, escrito en la novelística de la remembranza. 

Hoy día, cuando otros hombres y mujeres imprescindibles luchan contra los mismos patronos de la miseria, cuando se quiere encender la hoguera bárbara del oprobio y se mancillan sus derechos y los derechos de los asalariados, este Primero de mayo sea el aliciente para construir un nuevo país, para forjar en la fragua de la historia el Ecuador de paz, justicia y prosperidad que todos anhelamos. He ahí el compromiso en una sola voz unitaria, una promisoria consigna que retumba en el eco de otros tiempos ¡proletarios del mundo uníos!                           

De ellos están sus nombres como las cruces sobre el agua flotando en la memoria de los ecuatorianos en la riada ardiente del manso Guayas. Ellos los que levantaron en ristre las  banderas purpúreas de los sindicatos enarbolando su anhelo de justicia un 15 de noviembre de 1922.            

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