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Un hombre inocente es condenado a muerte por un pueblo. El tribunal decide hacerlo decapitar a la vista de todos.
En el momento de la ejecución, el verdugo se siente culpable y se lo dice al pueblo. El pueblo, alarmado y confuso, propone decapitar al verdugo.
De la misma forma el nuevo verdugo, en el momento de decapitar al antiguo verdugo, se siente culpable y se lo dice al pueblo.
Así, ya no parece quedar nadie más en el pueblo que se atreva a ser verdugo de verdugos inocentes.
Por fin, un hombre se ofrece voluntariamente a hacer de verdugo, y en el momento de la ejecución desvía el hacha hacia la cabeza del gobernador y lo decapita en nombre del pueblo.
El valeroso hombre resulta ser después hermano del primer hombre inocente, que es a su vez el único verdugo culpable.