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En un sostenido plan de ediciones de obras relativas al vigor y la belleza de la lengua española, la Academia Ecuatoriana de la Lengua (AEL), ha publicado un conjunto de obras entre ensayos, poesía y novela. Este esfuerzo se inscribe en la necesidad futura de seguir presentes con lo mejor de nuestra palabra. Las obras editadas corresponden a ensayos, poesía y novela.
De Bruno Saenz Andrade, Introducción a la obra de Julio Zaldumbide y su correspondencia con Juan León Mera 1833-1887, obra en la cual indaga en la personalidad y legado literario del más grande poeta del romanticismo ecuatoriano y su correspondencia con el polígrafo ambateño, Juan León Mera.
De Julio Pazos Barrera, Las fábulas de Juan León Mera, recogidas en esta oportunidad, basadas en los modelos estilísticos de los autores neoclásicos españoles, Iriarte y Samaniego.
De Diego Araujo Sánchez, Visiones y revisiones Ensayos de lengua y literatura, obra en la cual el autor reflexiona sobre las dificultades de la enseñanza de la gramática, las acusaciones de inutilidad de la crítica literaria y propone perspectivas renovadas para el ingreso a las páginas de autores ecuatorianos poco estudiadas como Juan León Mera. Valora, además, El Quijote y a autores como Borges, Rulfo, Cortázar, Vargas Llosa, Cesar Dávila Andrade, entre otros.
De Juan León Mera, Tijeretazos y plumadas Artículos humorísticos, libro póstumo del autor ambateño que recoge 19 artículos publicados en diversas publicaciones entre los años 1880 y 1890.
En poesía, la obra de Julio Pazos Barrera, La incierta percepción del tiempo, versos en los que el poeta imagina territorios extraterrestres donde no hay respuesta. Los textos producen flores, frutos y voces. El pasado se desdibuja y se confunde con el eco de autores ebrios y seres lunáticos, celebrado por su autor como “el rufián que proclama su inocencia”.
En prosa, destaca la publicación de la novela de Francisco Proaño Arandi, Ceremonia de pólvora, en cuyo indicativo de contraportada se advierte que “el mal que siempre temimos estaba ya entre nosotros y yo siempre rehuía reconocerlo”. Advertencia del autor que se adentra en un poder vicario a través de dos historias paralelas, pero confluyentes: una y otra con personajes que no son precisamente los protagonistas del devenir político central, pero cuyas vidas se verán alcanzadas y contaminadas por el mal emanado de una estructura de dominación signada por las lacras conocidas: corrupción, represión, autoritarismo, demagogia.