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«La ausencia es la forma más alta de presencia»
Retrato del artista adolescente – Joyce
RESUMEN: Un niño (narrador) suele jugar con sus compañeros al «Salvaje Oeste»: aventuras con personajes como indios y vaqueros gringos en escenarios que, según describe el narrador, «abrían puertas de escape». A diferencia de sus compañeros, al niño narrador le interesaba también la novela policíaca, pero circulaban en secreto por el colegio. Pronto admite aburrirse de esa «guerrilla vespertina» como se aburría de ir al colegio, y anhelaba tener aventuras por sí mismo, vivirlas en carne propia. El cuento, entonces, girará hacia el paseo que tomará con un amigo que le da medio vergüenza por su infantilismo, Mahony, un día en que «hacen la cimarra» (como se dice en Chile. En España y en mi edición, «hacer novillos») y se van a Dublín centro a buscar estas aventuras. Ahí se topan con distintas realidades y personas, presencian eventos e intercambian algunos comentarios con gente distinta a ellos. Al final del día se acerca un viejo y les transmite una sensación rara. Habla de algunos autores literarios, sobre amores de juventud, sobre azotar a los niños mal portados. En cierto punto, el hombre se va por unos instantes y luego regresa, comenzando un monólogo sobre el castigo físico. El narrador mira a Mahony y saben que deben irse con cautela, porque algo extraño estaba ocurriendo con él.
Curiosidades para la lectura
- Joyce nos da la primera pista de la clase social del niño cuando menciona Gardiner Street como la misa que frecuentaban los padres: es una iglesia jesuítica de San Francisco Javier y en la época indicaba que eran al menos de la clase media-alta, igual que el colegio al que iban los hijos.
- El cuento, por medio de los intereses del niño, nos indica más o menos su edad y su sentimiento: está creciendo, y de manera dispar que sus compañeros. Esto lo notamos cuando admite que, si bien se entretenía jugando al western, le interesaban más las novelas policíacas que «de cuando eran surcadas por feroces y desaliñadas chicas guapas».
- «Esta reprimenda a mitad de las severas horas de colegio hizo que para mí palideciera gran parte de la gloria del Salvaje Oeste, y la fofa y confusa cara de Leo Dillon despertó una de mis conciencias«: el «una de mis conciencias» es algo que se debate mucho en los estudios de Joyce, y al parecer, nadie ha podido explicar esta particularidad del narrador de tener más de una conciencia.
- «Persiguió a un grupo de rústicas»: en mi edición, se le dice así a las niñas que persigue Mahony y que después defienden un par de niños. Rústicas se refiere a las chicas que frecuentan una «ragged school», o sí se le llama despectivamente a los colegios de la clase más baja de Irlanda por los «harapos» o andar «andrajosos». Más que nada, es una escena que intenta hacer el choque entre dos sociedades que conviven y que, en el caso de niños, solo se encuentran cuando deciden salir por aventuras.
- Cuando salen los chicos a defender a las «rústicas», le gritan al narrador y a Mahony «¡Pañaleros!», que es una forma despectiva de referirse a los católicos protestantes. Viene de la afirmación de uno de sus fundadores, John Cennick: «Blasfemo y maldigo a todos los dioses del cielo salvo al niño que reposa en el seno de María, el niño que reposa en pañales«. Otra manera de Joyce de hacer chocar culturas que conviven en Dublín.
- «Me puse a examinar a los marineros extranjeros para ver si alguno de ellos tenía los ojos verdes«: tradicionalmente, los ojos verdes son considerados los ojos de un aventurero. En la tradición del medioevo, Ulises tenía ese color de ojos.
Análisis
Para mí, «Un encuentro» es un relato sobre el choque con la realidad dublinés en todo sentido. «Pero las aventuras verdaderas, pensaba, no le ocurren a la gente que se queda en casa: hay que buscarlas afuera», dice el niño. Es un cuento sobre el choque con la realidad al salir de una burbuja (el mundo burgués privilegiado), encontrándose con la vida del resto de la ciudad, sus encuentros culturales y sociales, además de los peligros. También es un cuento sobre crecer de la infancia a la (¿pre?)adolescencia, y sobre la literatura y la imaginación como formas de liberación para cualquier persona, a cualquier edad.
En este cuento, al igual que el anterior, se sugiere una relación extraña entre el hombre y lo niños. Hay sensación de pedofilia nuevamente, o algún tipo de excitación con ellos. Lo notamos por primera vez cuando el narrador dice: Pero no me gustaban las palabras en su boca y me pregunté por qué se había estremecido una o dos veces como si temiera algo o hubiera sentido un frío repentino. Cuando continuó noté que tenía unbuen acento». Es interesante que diga «buen acento» (símbolo de distinción social) justo después de advertir que había algo de extraño en el viejo, porque es como si el hecho de parecer de clase alta lo perdonara por un rato y continuara escuchándolo a pesar de la sensación rara que le transmite. Cuando el hombre se va un rato después, entendemos que ese «estremecimiento» o frío repentino era una suerte de excitación. Se sugiere que se va a masturbarse y vuelve. Esto es muy común en Joyce: eludir las escenas más violentas, significativas o fuertes. Tal como cite al principio, en otro de sus libros lo dice muy claro: «la ausencia es la forma más alta de presencia». Es un estilo, el uso del «gnomon». Y hay una cierta madurez en el personaje principal por cómo nota el peligro y lo maneja con sutileza, a pesar de que entendemos que le asusta: «Subí por la pendiente con calma, pero el corazón me latía con rapidez del temor a que me cogiera por los tobillos».
Hay algo también que me parece muy biográfico del escritor, cuando dice la siguiente frase: «El colegio y nuestra casa parecían alejarse y parecía desvanecerse la influencia que ejercía en nosotros», como si toda esta vida hipócrita, de doble moral y secreta (la misma que vivió Joyce hasta que se exilió), tuviera menos influencia con la distancia. En este caso, trasladado a niños que salen de su barrio.