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Estamos en tiempos en donde los desafíos mundiales, históricos y cívicos son de un orden mayor. Estamos en un tiempo bisagra, por esto la crisis -el momento actual de la decisión en griego-, es ahora transformado simultáneamente como momento del Kairós -el tiempo griego que nombra la oportunidad-. La crisis ambiental, social, económica y el Kairós, el momento que uno lo toma o lo deja (se sube o se baja del barco del acontecimiento oportuno que anuncia lo que está llegando), no son tiempos permanentes, eternos.
Son acotados en acontecimientos que, manifestándose en procesos, cumplen ciclos naturales como la floración primaveral, el fruto del verano, el retraimiento otoñal y el “entierro” del invierno.
Si leemos los informes 2021 y 2022 del GIEC elaborados por los científicos más relevantes de diversos países, podríamos llegar a la conclusión de que la crisis ya es un modo de ser expresado en modos de vida humanos. El estilo de vida y consumo son el problema para todo ser vivo porque se han transformado en una fuerza geológica que cambia el clima de un modo más acelerado que los procesos naturales que tardan miles de años.
© Cash Macanaya
Los datos de los dos últimos siglos, dejan en evidencia la industrialización llevada a cabo por algunos países occidentales modernos; no dejan duda de que llegamos al Kairós, la oportunidad imperiosa de cambiar de rumbo civilizacional. En este sentido América Latina en la tercera década del tercer milenio, puede convertirse en un espacio de experimentación política colectiva, así como de creatividad democrática de importancia significativa para el mundo. Para esto deberá proponerse crear nuevos modos de relación y de tratamiento de las diferencias entre las partes.
Esto deberá hacerlo en función de los objetivos que se propongan, con dirigentes que promuevan la participación e instituciones democráticas que sepan procesar la ignorancia y las complejidades de estos tiempos inciertos, en un contexto de recalentamiento planetario y tensiones políticas creciente.
Salirse de juego, ¿Qué escenarios podemos esperar a futuro?
Hay que reconocer que la oposición político-social pone a la región en una situación de suma 0: se estancan y degradan los problemas, por repetición al infinito de las fórmulas que ya fracasaron y seguirán estrellándose contra las expectativas populares. Es el modo en que el continente más desigual del planeta, con una dependencia en la relación política-económica desigual, experimenta su realidad hasta ahora frente a los bloques económicos hegemónicos.
Por esto vive a su modo el drama contado en el mito de Sísifo, condenado a subir una roca a la cima de una montaña que, por castigo divino a la desmesura, siempre vuelve al punto de partida. La enseñanza del mito griego es, al final de cuentas, salirse del juego: dejar la quimera de lo imposible y transitar el camino de lo inesperado y auténtico. De la posibilidad que se abre no por la palabra mágica, sino por la experimentación colectiva, de ampliación de lo común, de lo público y lo transgeneracional.
© Gonzalo Gutiérrez
En vez de mirar con rencor al pasado, sería mejor crear el futuro a partir del presente que ensaya, saliéndose del juego de la globalización económica que nos ha llevado al abismo como región, civilización y como planeta. Por esto, la ecoocreatividad significa crear un sistema mundial cooperativo y ecológico, que implique una mundialización solidaria y sinérgica, y que promueva una simbiosis no parasitaria, como ha sido hasta ahora el modelo hegemónico desarrollista, monetarista y liberal (más conocido como modelo neoliberal).
Tres escenarios se visualizan a grandes rasgos. El primero es “más de lo mismo”, lo ya conocido: privatización de lo público y común, manía por el crecimiento económico y la competencia a muerte entre bloques, países, regiones, empresas y clases sociales. Es la mundialización económica actual que se niega a morir, la verdadera crisis del presente que ya no puede dar respuestas a los desafíos. Solo tiene como posibilidad empeorar con el “más de lo mismo”, que ya fracasó como situación presente. Lo que la filósofa colombiana Angelica Montes Montoya nombra como “las políticas del desastre”
La segunda posibilidad es un eco-fascismo que sería una verdadera regresión democrática, con los pretextos de las urgencias civilizacionales, por causa del recalentamiento global. Una mezcla de los dos modelos es lo que se viene instalando en contexto de recalentamientos evidentes del planeta, epidemias y catástrofes naturales que irán en aumento. Políticas neoliberales con degradación democrática, en contextos de tensiones políticas fuertes y degradaciones de la biodiversidad.
La tercera posibilidad, la que hay que desarrollar e impulsar para cambiar ordenadamente la situación, es la ecoocreatividad. Un neologismo que une ecología, cooperación y creatividad experimental de los sectores populares que no escinde el llegar a fin de mes con el llegar a fin de siglo, en un mundo idealmente hospitalario.
© Dari Ili
Ésta, la ecoocreatividad, no generaría a priori un divorcio entre ecología y democracia, sino una profundización radical de la democracia para afrontar los problemas sociales y medidas ecológicas impostergables.
Si bien los conflictos son y serán inevitables, es la aceptación de los desafíos y la resolución no dogmática ni profética de soluciones acordadas de las prioridades de la agenda de problemas y urgencias político-ecológicas del presente. Esta es la verdadera oportunidad y el camino recomendable para toda América Latina, para abandonar definitivamente la colonialidad implícita de la globalización económica vigente.
América Latina en su conjunto tiene la oportunidad de dar un aporte mundial, recogiendo los saberes y experiencias del mundo moderno, uniéndose con la sabiduría de los pueblos originarios, recreando las sociedades particulares. Ensayando salir del encierro de una geopolítica mezquina, para brindar un aporte regional cooperativo y solidario, frente a los desafíos globales.
© Jon Tyson
Doce propuestas para orientar el debate
- Reducir el potencial destructivo en todas las dimensiones sociales y territoriales, de las actividades productivas y de los modos de vida.
- Conciliar la democracia y la ecología con la justicia social.
- Transformar el concepto de propiedad en sentido de público, común y privado en los códigos judiciales en lo penal y en lo civil, incorporando lo Terrestre como sujeto de derechos jurídicos y políticos otorgados a lo viviente.
- Generar controles públicos políticos-impositivos-contables del uso energético y de las emisiones de CO2 aceptables y permitidos.
- Reformular las deudas públicas y analizar la posibilidad de “jubileos”
- Reformular la política fiscal y financiera.
- Establecer un salario universal y la delimitación de mínimos y máximos en los beneficios.
- Crear una fiscalidad, en lo alimentario, que incentive el tipo de producción local, la distribución de corta distancia y el tratamiento de desechos.
- Transformar la producción agrícola convencional a agroecología.
- Buscar la reducción de las megaciudades.
- Promover el transporte colectivo y público.
- Suspender todas las subvenciones que generen o contribuyan a la contaminación y a el uso/dependencia de energía fósil.
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[1] Autor de Eco-creatividad. Utopías concretas para tiempos inciertos, Eduvim, Argentina. Profesor en HEC, Arts & Métiers y el ENSAE (Francia). Dr. en filosofía.
TOMADO DE: https://elcafelatino.org/es/ecoocreatividad-desafios-america-latina/