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Entrados los años sesenta se formó un grupo de vanguardia con cuatro artistas ecuatorianos Washington Iza, Ramiro Jácome, José Unda y Nelson Román. Irrumpieron en el escenario de las artes visuales con un gesto generacional de transgresión, que conmocionó el mundo artístico con su expresión plástica de un neofigurativismo duro y crítico. Se autodenominaron Cuatro Mosqueteros y en 1969 presentaron en Guayaquil un anti salón contrapuesto al tradicional Salón de Octubre. El grupo se manifestó con una estética feista, cargada de ironía. El manejo del color y de la luz en los cuatro mosqueteros revivía la influencia del mexicano Cuevas y el dibujo de Benedetto. Unidos por la amistad, deseo de crear algo nuevo, rebeldía ante lo tradicionalista, se opusieron al mercantilismo, pequeña industria o artesanía disfrazados de arte.
Sonia Kraemer, académica investigadora ha señalado, “en octubre de 1969, los cuatro mosqueteros animados por el gestor cultural Wilson Hallo realizaron una performance: protagonizaron una marcha por algunas calles de Guayaquil en una carreta tirada por un asno, mientras un chamán shuar realizaba una limpia para exorcizar el evento oficial. Luego los artistas colocaron sus lienzos sin marcos en un lote donde se construía el Hotel Continental y pintaron grafitis con frases alusivas a la creación y a las nuevas ideas sobre el arte. El gesto estético, crítico y alegre provocó que fueran encarcelados”.
La nueva vanguardia
Emergía así una nueva vanguardia en la plástica criolla. Un periodo de cambios radicales en el arte ecuatoriano que surgía como una renovación y expansión significativas. Fue, en el concepto de Kramer, “una poderosa forma de resistencia y liberación desafiando las normas impuestas por el arte dominante y las jerarquías establecidas”.
Los cuatro mosqueteros consagraban la figura del artista como un innovador y un rebelde proponiendo una transformación en la representación plástica, a través de la colaboración y la anarquía. Visión corroborada por Washington Iza cuando manifiesta: “No es solo pintar el cuadro por el cuadro, sino que detrás del cuadro tiene que estar una voz, una manifestación, una protesta”. Iza, nacido en Quito en 1947, se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Central. En una primera etapa se interesó por el constructivismo figurativo luego comenzó a interesarse por las culturas aborígenes expresando a través de su geometría abstracta una simbología de contenido mítico y de marcada proyección humana.
Nelson Román, nacido en Latacunga en 1945, influido por el arte popular y folklore, ha expresado, “aunque siempre anuncian la muerte del arte este tiene siempre una posición política, la defensa de la naturaleza, por ejemplo, es una posición política”.
Su compañero Ramiro Jácome, artista autodidacta nacido en Quito en 1948, sostiene una visión mordaz de la sociedad contemporánea, que confirma en su afirmación: “Yo veo el mundo como una cosa fea, y consciente o inconscientemente mi pintura resulta así”.
Así permanece la muestra colectiva de los Cuatro Mosqueteros, en el Centro Cultural Metropolitano en Quito. Una obra que vence al tiempo, para un arte sin tiempo que, en el decir de José Unda (Quito, 1948), un artista involucrado en la bohemia y el aprendizaje enfocado en la transgresión, dice: “cuando me preguntan qué tiempo me tomó hacer una obra. Yo respondo, ese tiempo exactamente, ese tiempo ni más ni menos. Justo ese tiempo”.