El loro de Flaubert, de Julian Barnes: una novela multidimensional

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Por Jaime Molina

El loro de Flaubert es la novela que lanzó la carrera de Julian Barnes. Fue seleccionada en 1984 como finalista para el Brooker Prize gracias a su original estilo, que habita a medio camino entre la novela y el ensayo. Tiene un espíritu metaliterario en el que la biografía de Gustave Flaubert juega un especial protagonismo, debido a la obsesión del personaje principal con el autor.

La búsqueda del loro de Flaubert como símil de la búsqueda de la verdad

La novela comienza con un pasaje en el que se presenta al narrador, un erudito doctor inglés llamado Geoffrey Braithwaite, dando un paseo por Rouen. Desde el comienzo, a base de citas de Flaubert y datos biográficos, vemos cómo esta figura está obsesionada con el autor francés y con la crítica literaria. Según él, los críticos son malinterpretadores profesionales cuyos errores sirven para comparar la propia interpretación de la ficción.

La historia avanza cuando, en su viaje por Francia, Braithwaite descubre en dos museos diferentes un loro disecado que, afirman, es el auténtico que Flaubert tenía colocado sobre su escritorio mientras escribía Un Corazón sencillo. A partir de este descubrimiento, el narrador comienza una búsqueda intensa de la verdad sobre esta y otras contradicciones, profundizando en la vida del novelista.

La novela sirve como excusa metafórica para ir desgranando circunstancias en las que el arte refleja y representa la vida. Para ello, el artista debe observar y analizar de la misma manera que los lectores analizan los libros o los enamorados someten a examen a sus parejas. Con este símil, Barnes ofrece una incisiva perspectiva sobre la naturaleza de la traición y la obsesión en el ámbito literario y romántico.

El subjetivismo

El propio Barnes explica su obra como una biografía contada de tres maneras distintas. En la primera predomina el positivismo y narra la vida del autor francés. Esta sería la versión desarrollada desde el punto de vista de la historia: como alguien que fue capaz de ascender en las clases sociales y que ha escrito novelas de éxito y reconocimiento internacional, que han dejado huella en la historia de la literatura.

La segunda biografía es la que narra el propio Flaubert a partir de sus diarios y cartas y en la que habla de la percepción que tiene de sí mismo. En esta parte predomina la negatividad, ya que desde el punto de vista del novelista francés gran parte de su vida fue un fracaso: metas que no consiguió, relaciones que no funcionaron, libros que no lograron el éxito que esperaba, amigos que murieron, etc.

La tercera parte constituye una mezcla de las dos anteriores en las que, para eliminar la subjetividad, Barnes opta por utilizar una serie de metáforas extraídas de las cartas y textos personales del propio Flaubert. Entiende que la manera en la que cada uno se expresa consigo mismo y con los demás explica mejor que cualquier hecho puntual o que un biógrafo la realidad de una persona.

De esta manera, el autor retrata la subjetividad de la historia al mismo tiempo que pretende evitarla, mostrando la historia desde diversos puntos de vista e incluso dejando a la libre interpretación del lector una parte.

Una novela difícil de etiquetar

Como se puede deducir de la lectura de esta reseña, El Loro de Flaubert es un libro difícil de etiquetar, dado que reúne rasgos de varios géneros y no encaja por completo en ninguno de ellos. El propio Julian Barnes lo define como una compilación de datos reales que se sostienen gracias a la infraestructura de una historia de ficción escrita a modo de novela.

En definitiva, esta novela cautivará a los amantes de la literatura posmoderna y a quienes disfruten de cómo se cuentan las historias al tiempo que son partícipes de un relato de calidad.

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