El hombre que lee (por Antonio Correa)

Recorre el apartamento

con la inquietud

de quien atraviesa una zona de fiebre

Envuelto en la oscuridad

entra al estudio en desorden    huraño

ensimismado

abre el libro sobre la mesa y lee

Al paso de la noche

levanta la cabeza   mira el horizonte

y lo cierra con lentitud y deja

el dedo índice apresado en su mundo

Con la pasión presumida de los locos

las palabras van en tropel por su cabeza

El amanecer lo sorprende dormido

con un libro abierto

como una mariposa de colores

que acaba de posarse

Sueña en un mar encrespado

un barco de papel que lleva

un árbol de hojas frondosas y apretadas

Un ser entrañable se funde en mí

y desaparece en el espejo

El libro queda entre mis manos

y al mover noche a noche sus páginas

salto de las deformaciones del presente

Y me muevo libre

por extensiones desconocidas.

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