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Manuel Acuña fue un poeta mexicano fallecido el 6 de diciembre de 1873, luego de ingerir cianuro de potasio en un acto de suicidio. Su obra se desarrolla en un ambiente romántico de la intelectualidad mexicana de la época. Uno de sus poemas más célebres es el Nocturno, dedicado a Rosario de la Peña, su enamorada.
Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal Saltillo, en el Colegio Josefino. Viajó posteriormente a la Ciudad de México para cursar filosofía y matemáticas, además de varios idiomas, como el francés y el latín, con objeto de ingresar a estudiar la carrera de medicina, en donde se inscribió en 1868, carrera que se vio truncada por el término de su vida a los 24 años.
Durante sus años de participación en tertulias literarias, conoció a Manuel Altamirano, a Agustín F. Cuenca y a Juan de Dios Peza. Con este último mantuvo un fuerte vínculo amistoso, inclusive el llamarlo hermano, motivo por el cual Peza fue uno de los oradores principales el día del sepelio de Acuña.
Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1869, con una elegía a la muerte de Eduardo Alzua, amigo suyo. Ese mismo año, al lado de un grupo de intelectuales, fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl que le sirvió para dar sus primeros pasos como poeta. Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del periódico La Iberia.
La representación de su drama El pasado, significó un triunfo para el joven poeta que no era común en esa época, la sociedad mexicana acudió en su mayoría a ver la obra, además de las buenas críticas literarias y de la prensa. Esto significó para la nación mexicana una esperanza en el poeta que lamentablemente terminaría de manera brusca con su vida. Uno de sus poemas más célebres y encantadores para su pueblo es el Nocturno a Rosario dedicado a Rosario de la Peña, su trabajo más representativo.