NATALICIO DE SAMUEL BECKET

Samuel Beckett, escritor irlandés, premio Nobel en 1969, nació en abril de 1906 y falleció el 22 de diciembre de 1989. Fue dramaturgo, novelista, crítico y representante del modernismo. Fue figura clave del llamado teatro del absurdo y, como tal, uno de los escritores más influyentes de su tiempo. Su obra más conocida es el drama Esperando a Godot. Trabajó como profesor en París, allí escribió un ensayo crítico sobre Marcel Proust y conoció a James Joyce de quien fue traductor y sostuvo una fuerte amistad.
En 1930 se dedicó a viajar por Francia, Alemania e Italia, desempeñando todo tipo de trabajos para incrementar los insuficientes ingresos de la pensión anual que le enviaba su padre. En 1942 se adhiere a la Resistencia y tiene que huir de la Gestapo para afincarse en el sur de Francia, donde escribió su novela Watt. Concluida la guerra, Beckett se entrega de lleno a la escritura: termina la trilogía novelística Molloy, Malone muere y El innombrable, y escribe dos piezas de teatro.
La difícil tarea de encontrar editor no se resolvió hasta 1951, cuando su compañera, Suzanne Deschevaux-Dumesnil, que más tarde se convertiría en su esposa, encontró uno para Molloy. El éxito relativo de esta novela propició la publicación de otras, y en especial dio pie a la representación de Esperando a Godot en el teatro Babylone de París; el resonante éxito de crítica y público que obtuvo la obra le abrió las puertas de la fama.
Su ruptura con las técnicas tradicionales dramáticas y la nueva estética que proponía le acercaban al rumano Ionesco; así suscitó la etiqueta de “anti-teatro” o “teatro del absurdo”.
Se considera en general que su obra maestra es Esperando a Godot (1953). La pieza se desarrolla en una carretera rural, sin más presencia que la de un árbol y dos vagabundos, Vladimir y Estragón, que esperan, un día tras otro, a un tal Godot, con quien al parecer han concertado una cita, sin que se sepa el motivo. Durante la espera dialogan interminablemente acerca de múltiples cuestiones, y divagan de una a otra, con deficientes niveles de comunicación.
En otra de sus piezas, Días felices (1963, escrita en inglés en 1961), lo impactante es su original puesta en escena: la cincuentona Winnie se halla enterrada prácticamente hasta el busto en una especie de promontorio. Habla y habla sin tregua, mientras su marido Willie, siempre cerca pero siempre ausente, se limita a emitir de vez en cuando, como réplica o asentimiento, un gruñido. Winnie repite a diario los mismos actos, recuenta las pertenencias de su bolso, siempre idénticas, y, sobre todo, recuerda las mismas cosas triviales e intrascendentes, pero que constituyen sus “días felices”.
El teatro de Beckett tiene tonos existencialistas, en su exploración de la radical soledad y el desamparo de la existencia humana y en la drástica reducción del argumento y los personajes a su mínima expresión, lo cual se refleja asimismo en su prosa, austera y disciplinada, aunque llena de un humor corrosivo. En 1969, Beckett fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

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