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El Centro Cultural Metropolitano en Quito mantiene abierta la muestra Ponchos Lenguaje Textil que, como se indica en un texto explicativo de la muestra histórica, enseña que el desarrollo textil experimentó en la Audiencia de Quito un lento y notable cambio con la llegada de los españoles, quienes introdujeron la cría de ovejas que poco a poco reemplazaron a las llamas, vicuñas, alpacas y guanacos. Históricamente surgen los obrajes que eran fábricas textiles especializadas en producción a gran escala y se convierte en una de las más importantes fuentes de ingreso, gracias a la exportación de paños de la tierra, especialmente en los siglos XVI y XVII.
El poncho, transformado en símbolo de los habitantes de los Andes ecuatoriales, es expuesto en sus diversas formas y diseños en la muestra que refleja los cambios que tuvieron lugar en las representaciones visuales de costumbres y usanzas. En aquel tiempo el poncho no era un símbolo de reivindicación de la cultura indígena, situación que comenzó a cambiar con el arte y el documentalismo fotográfico del siglo XX. Es a partir de estas nuevas representaciones visuales que algunas de las imágenes del poncho también incluyeron un elemento artístico en la mirada que mostró al poncho como un objeto estético en sí mismo, como queda conformado en la muestra del Centro Cultural Metropolitano.
La exposición muestra que una pieza fundamental en la fabricación de los hilos es la fusaiola o tortero, llamada en kichwa piruru. Según se enseña en la muestra una gran variedad de diseños fueron labrados en los pirurus de barro cuando todavía estaban frescos. Los tallados se realizaron a buril y en alto y bajo relieve. Así aparecen diseños con figuras geométricas y otros símbolos del mundo natural, especialmente aves y animales marinos.
La exposición muestra cómo el hombre que pobló Ecuador en épocas prehispánicas dispuso de numerosas fibras vegetales y animales para llenar sus necesidades rituales y de vestuario: algodón, lana, cabuya, cueros, plumas, etc. Los textiles resolvieron históricamente no sólo las necesidades corporales de cubrir y adornar el cuerpo sino que cumplieron con diversas formas de necesidades rituales simbólicas, artísticas, imprimiendo al textil una doble combinación de afectividad a su función expresiva como comunicacional y recordatoria.
