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En la serranía de Oaxaca
Crece el hongo de fray Bernardino
Los indios le dicen nanacatlh
Y con él se emborrachan y cantan
Los herejes los sabios los brujos
Las leonadas galas del teyhninti
La sangre del dulce sacrificio
La sangre del ave de la selva
La sangre del Ometepec niño
Enfermo de amor y vanidad
La sangre de los guerreros muertos
En brazos de las sucias doncellas
Y la leche de las lobas madres
Adornando el cielo de cometas
Sobre los infinitos gusanos
Por encima de las ciertas flores
Pátzcuaro Patambán Taucitaro
Colima Nevado de Toluca
San Andrés Tuxtla Cofre Perote
Y de nuevo lombrices pacientes
Al cabo de cuatro siglos largos
Nació el ángel Maria Sabina
Que come teunanacatlh amargo
Y bebe ron y anís y agua clara
La condenaron a muerte en la horca
Y de nada valieron el llanto
De Valentina Pavlovna Wasson
Y el fantasma de Antonin Artaud
Pidiendo caridad al demonio
Clemencia a los ángeles ruinosos
Mil llamas al Popocatepetl
O el fin del mundo a los verdes dioses
La psilocybe mexicana Helm
Da la psilocibina lúcida
Y el fuego de los montes del fuego
Ardiendo dentro del corazón
He ahí la leña del Jorullo
La carne del festín que el demonio
Aviva con sus alas de raso
Con sus cuernos de humo y su rabo
Hecho de mil hebras finísimas
Que el señor de las moscas azules
De los escarabajos de oro
De plata de esmeraldas de cobre
De jade que el señor de los sapos
Azules y casi sosegados
Del hierro de substancia de orina
De la culebra atroz comestible
Se apiade de Maria Sabina
Y del corazón de sus verdugos
Sin nombre para poder decir
Desnudos alacranes hambrientos
Calvos de tiña mansa y de tiña
Brava y de astronomía ilegal
Amén y sobre las cien cabezas
Del cordero brille el relámpago