Ricardo Miró – A la eterna

Tu rostro me acompaña, tu sombra va conmigo,
conmigo va la música dividida de tu acento;
y si respiro me hallo tu perfume en el viento
y escucho tus pisadas, detrás por donde sigo…

Adonde quiera vaya buscando paz y abrigo
me alcanza el delicioso contacto de tu aliento,
porque te llevo toda dentro del pensamiento
¡como si amarte fuera pecado a tal castigo!…

A veces he querido tirar todo muy lejos
como se tiran flores o versos ya muy viejos,
y entonces ha brotado sangre del alma mía…

Y es que con tu lozano frescor de primavera
tu gracia fue como una victoriosa bandera
clavada en lo más alto de mi melancolía.

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