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LOREA CANALES
El amor en los tiempos del cólera era difícil, pero el amor en los tiempos de la destrucción planetaria es peor. Esa botella de plástico que va a terminar en el estómago de una ballena o reducida a microplásticos en el interior de las células humanas contamina no solo el ambiente sino nuestra capacidad para amar.
Propongo como evidencia una selección de tarjetas para festejar el Día de San Valentín observadas en los estantes de una papelería en Nueva York.
“Eres como una cobija pesada para mi alma.” Las cobijas pesadas comenzaron como método para calmar a personas en el espectro autista y evolucionaron como accesorios de bienestar y salud mental. Son cobijas que tienen un peso añadido porque aparentemente cierta presión muscular como la de un abrazo o masaje sirve para relajarnos, como una cama tendida demasiado estrecha o como arropar a un bebé. Cómo han cambiado los tiempos desde cuando si alguien te gustaba era porque te excitaba.
Imagino a un rubio muy ansioso que ha tenido muchas mujeres en su vida, pero ahora encuentra a Sally, y ella es linda, dulce, calmada, a todo dice que sí. No hace preguntas, es una cobija perfecta.
O quizás Mónica es la ansiosa y encontró a Marc y a él le encanta ver la televisión, sentarse en un sofá acolchonado, toma una o dos cervezas, pero no más y le gusta mucho abrazarla, además cuida su aliento y a ella le gustaría decirle cómo disfruta de su presencia tranquila.
Me encanta tu mente extraña, atípica, puede entenderse también como rara sin el peyorativo de loco. Bien podría ser un halago, pero en la tarjeta el besito que da el alien me parece condescendiente, el marciano verde se ve un poco muerto y leo el mensaje como: Yo normal, tú raro; tú atípico. Me encanta tu singularidad, pero te la estoy haciendo notar como salido de la norma y yo determino en que momento me deja de encantar. Yo juzgo.
Quizás el recipiente de semejante tarjeta deba tomarlo como insulto o si no lo desea, como alerta de comportamiento futuro en donde habrá un intento de normativizar.
María le daría esta tarjeta a Jason. Él trabaja en Google y a María le gustaría casarse con él, aunque él pasa todo el tiempo jugando videojuegos, quiere asegurarse este San Valentin que él sepa que ella lo acepta, así con todo su cerebro maravilloso.
O es Jason quien se lo da a Cristina, ella es poeta y está en las nubes; le gusta leer el diccionario para divertirse y él está vuelto loco por ella.
I guess you will do, es el peor es nada de toda la vida; es el conformarte o concesionar, es la negociación interna de una cosa por otra que eventualmente llega a una relación después de aterrizar del flechazo. ¿Pero, a quién se le ocurre decirle a su interés amoroso “supongo que eres suficiente”? La expresiónes usada cuando lo que se requiere exactamente no se encuentra, pero hay un substituto aceptable –aunque inferior a lo deseado. A menos que esa tarjeta sea entregada por una super persona dotado además de un super sentido del humor y que te haga sentir que eres tan, pero tan superior al “me conformo contigo”, mándalo a volar y vete con quien sí te quiera. O puede ser como si alguien se va a arrodillar y darte un anillo de compromiso y primero se hace como si se ata las agujetas o le duele la rodilla, pero te ama.
Alicia, absolutamente resplandeciente, llena de vida, lleva ocho meses saliendo con Juan y él la adora y se lo ha demostrado mil veces, ella le da esta tarjeta y él la acepta encantado, he will do.
O alguien llamado José, tímido, inseguro, ha estado cuatro años de novios con Alejandra, ella está un poco harta, él necesita ser medio mierda, y sabe que, si no se pone las pilas, la paciencia de ella se exhausta, pero él se lo dice: me conformo contigo.
“Te amo a ti y toda tu ansiedad.” Se asemeja al amo tu mente rara en que el donador se pone en lugar de juez y psicólogo; te acepto como eres no tiene el mismo juicio de “te acepto a ti y tu ansiedad.” Todos tenemos ansiedades, son una parte esencial de la personalidad que nos permite sobrevivir. Hay quienes van por la vida hablando de sus ansiedades y miedos con tan frecuencia que se vuelve parte de su personalidad. Entre guerras, pandemias, crisis, inestabilidad económica, inseguridad jurídica, calentamiento global, elecciones, ¿quien no está ansioso? Pero decirle a alguien te acepto a ti y tus ansiedades doce veces, viene de una postura de superioridad ansiolítica, y un poco de la astilla en el otro y la viga en tu ojo.
Alberto duerme con la luz prendida y la puerta abierta, en los restaurantes jamás se sienta con la espalda hacía la puerta, revisa las luces catorce veces y tiene su closet más ordenado que el de David Beckham, y ella simplemente lo ama.
Isabela tiene un perrito, una cosita chiquita y peluda, lo viste de rosa aunque es macho y no puede ir a ningún sito sin él; también le marca cinco veces al día, pero eso le gusta. A Patricia se le hace tierno recordarle que ella no puede vivir sin ella –además del perro.
Vale, entiendo que a veces da asco tanto corazoncito, rosas y peluches. Hay tantas cosas vomitivas. ¿Hongos alucinógenos, comida podrida, demasiado alcohol? Es perfectamente válido tener ambivalencia al marketing forzado, pero ¿comprar una tarjeta para avisar que no te gusta San Valentin? Mejor te la ahorras. Me recuerda a aquellos que se enorgullecen porque no les gusta el futbol y creen que eso los hace especiales.
Marcelo odia el futbol soccer y americano; es más, odia todos los deportes; tampoco le gusta San Valentín, obvio, ni nada comercial. Lo de él son bandas desconocidas y poetas uruguayos que no sean Benedetti, no soporta a quien le guste Benedetti, pero hace poco conoció a Claudia y quiere estar seguro de que ella lo entienda.
Yo, yo, yo y yo, todo se trata de mí hasta el día en el que se supone que toca enfocarse en el otro. Tú mejoras mi vida, yey. También el agua caliente y la aspiradora. Quién sabe qué aportes hago yo a tu vida, ni me importa, interesas de esta forma utilitaria que tanto se estila. Yo crecí en una época en la que un buen amor podía destruirte y eso estaba bien.
¡Viva San Valentín! Y recuerden que es un expresidiario, pero esa es otra historia.
TOMADO DE: https://literalmagazine.com/amor-en-los-tiempos-del-antropoceno/