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La publicación especializada en literatura, revista Rocinante, en su edición 185 de marzo se refiere a la obra de la mujer escritora, como una forma de conmemorar su día internacional. Y no lo hace, según advierte en sus páginas, por querer «sumarnos a la idea simplemente festiva propuesta por cierta agenda comercial (…) Ante todo recordamos que el Día Internacional de la Mujer, que se ha fijado por convención el 8 de marzo, tiene sus raíces en movimientos sociales y de líneas ideológicas de izquierda”.
La revista evoca que la fecha “nos remonta a inicios del siglo XX, cuando obreras inmigrantes en EE. UU, que vivían jornadas esclavizantes en industrias textiles emprendieron huelgas que fueron tornándose multitudinarias con los años”. Y, además, se recuerda que, en la Rusia zarista en 1917, movimientos de mujeres resignificaron estas protestas manifestándose por el fin de la guerra y del sistema político que imperaba en tierras rusas. Luego, las consignas iniciales se enriquecieron con nuevos reclamos y demandas relacionadas con la igualdad de derechos de la mujer.
En Ecuador del nuevo milenio el protagonismo de la mujer en diversos campos va ganando terreno, sin embargo, en la actividad literaria ecuatoriana persisten discriminaciones de género, considerando que en general la cultura sigue siendo vista por el Estado como “algo ajeno e inútil”, como señala el director de la revista, Iván Égüez, en la nota editorial.
Por ese camino se ahonda lo anticultural, la violencia física o económica, puntualiza Égüez, mientras se pregunta ¿de quién es la culpa de tanta corrupción, de la existencia de las mafias, del tráfico de drogas y de influencias, de los lavadores de dinero, de los generales y funcionarios cómplices, de los jueces venales?
En el país, el encarecimiento de la vida es el diario y solapado impuesto a todo, recuerda Égüez. En un territorio donde solo se piensa en medidas represivas, “en el trasunto del Estado liberal: dejar hacer, dejar pasar, hacerse de la vista gorda hasta engordar la crisis a niveles incontrolables”.
En este contexto, Rocinante dialoga con dos escritoras ecuatorianas en entrevistas exclusivas concedidas a Leonardo Parrini por la poeta Violeta Luna que se declara “aguafiestas, porque soy como soy”, irreverente y en contrapunto con las convenciones sociales. Y por la novelista Luz Argentina Chiriboga, quien confiesa “intenté escribir lo que viví en carne propia”, en lucha constante por conseguir la equidad de género de la mujer esmeraldeña, siempre rebelde.
Rocinante complementa las conmemoraciones y tramas de la mujer en su día, con una referencia a una antología poética de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, que evoca la obra de 12 poetas mujeres vigentes en la lírica ecuatoriana de 1892.
De regreso a nuestros días, la revista emprende una mirada a las reflexiones y apreciación crítica de la creación de autoras como Virginia Woolf y May Sarton, y de autoras latinoamericanas entre las que destaca la obra de la chilena Lina Meruane, Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2023; y la escritora ucraniana Irene Némirovsky, cuya creación, prematuramente, “era la clase de obra que un escritor logra en su madurez”. Y de las ecuatorianas Mónica Ojeda con su nueva novela Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, y la esmeraldeña Yuliana Ortiz Ruano, autora de la novela Fiebre de Carnaval.
Rocinante, a trote firme, conduce a estos talentos femeninos por la ruta de la evocación de su obra, siempre representativa de destrezas vitales y literarias que no precisan de reconocimiento paternalista patriarcal alguno.