- Clickultura
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Los cuatro hombres recibieron la orden de cavar. Sabían que estaban abriendo su tumba. Al principio
clavaban sus palas lentamente, sin vigor, pero a cada palada la certeza de su destino los imbuía de más
fuerza. Llegó un momento en que sus cuerpos ya no se veían, lo único visible era el caer de la tierra
extraída, como lluvia: un aviso solitario de que alguien aún estaba ahí. Cavaron lo suficiente para no
poder salir. La luz se tornó horizontal y luego despareció. La noche. Esperaron que viniera el guardia y
terminara con todo. Esperaron y esperaron…