NATALICIO DE MILAN KUNDERA

Milan Kundera, novelista checo nació el 1 de abril de 1929 y murió en París en julio de 2023. Fue un escritor de novelas y cuentos, dramaturgo, ensayista y poeta. Desde 1975 residió con su esposa en Francia, cuya nacionalidad le fue otorgada en 1981, luego que el régimen de su país lo despojara de la suya, con motivo de la publicación de El libro de la risa y el olvido.

La novela más conocida de Kundera es La insoportable levedad del ser, la cual tuvo una enorme proyección mundial desde su publicación en francés, en 1984. 

A partir del éxito conocido por su famosa novela, Kundera decidió no conceder entrevistas y mantenerse a distancia de los medios. Fue candidato al Premio Nobel de Literatura en muchas ocasiones, pero nunca se le concedieron. Sin embargo, su obra recibió muchos premios y diversas distinciones. Recibió el Premio Médicis a la mejor novela extranjera en 1973, el Premio Jerusalén de 1985, el Premio de Literatura Europea en 1987 y el Premio Herder de 2000 y en 2020 la República Checa le otorgó el Premio Kafka.

Milan Kundera fue hijo del musicólogo y pianista Ludvik Kundera (1891-1971), que ejerció como director de la Academia de Música de Brno hasta 1961. De joven estudió musicología y composición musical, siendo numerosas las influencias y referencias a la música a lo largo de su obra literaria.

Al concluir sus estudios secundarios, comenzó a estudiar literatura y estética en la Universidad de Carolina de Praga, pero después de dos semestres se cambió a la Facultad de Cine de la Academia de Praga, donde finalizó sus estudios en 1952. Enseñó la cátedra de Historia del cine   en la Academia de Música y Arte Dramático desde 1959 a 1969, y posteriormente en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, Milan Kundera se había afiliado al Partido Comunista, pero luego sería expulsado del mismo en 1950, Kundera utilizó dicho episodio como inspiración en su novela La broma (1967). En 1967 a consecuencia de la invasión soviética a su país, sus obras fueron prohibidas en Checoslovaquia y quedó desempleado. Tuvo que ganarse la vida con diversas ocupaciones, particularmente como pianista de jazz, instrumento que su padre le había enseñado a tocar a muy temprana edad. Readmitido en el Partido Comunista en 1956, fue definitivamente expulsado en 1970, al haber estado relacionado junto a otros escritores checoslovacos, en los acontecimientos de la Primavera de Praga.​

Su primera novela, La broma, ha sido traducida a veintiún idiomas y obtuvo en 1968 el Premio de la Unión de Escritores Checoslovacos. Catalogada como una de las mayores novelas de nuestro siglo, es, según el propio autor, una novela de amor; la obra trata de una broma —una chanza fútil y mal comprendida— en un mundo que ha perdido el sentido del humor, estando encuadrada la comedia privada en el gran espectáculo de la política.

La vida está en otra parte (1969) fue galardonada a la mejor novela extranjera publicada en Francia durante el año de su aparición (1973). En esta novela, cada capítulo es narrado en modo diferente: algunos como narración “continua” —con vínculo causal entre los capítulos—, otros como narración onírica y otro como narración “polifónica” —donde el devenir del protagonista se entrecruza con episodios paradigmáticos de la vida de poetas como Rimbaud.  

Su siguiente novela, La despedida (1973), obtuvo el Premio Mondello al mejor libro editado en Italia. En 1981, el conjunto de la obra de Kundera mereció en Estados Unidos el Common Wealth Award, premio otorgado simultáneamente al conjunto de la obra dramática de Tennesse Williams. Ese mismo año, la publicación de El libro de la risa y el olvido, le valió la revocación de su ciudadanía checoslovaca. Dicha obra constituye una inusual mezcla entre novela, colección de relatos y reflexiones del autor, donde se relatan las vicisitudes de varios ciudadanos checoslovacos que se oponen al régimen de diversas maneras.  

En 1982, recibió el Premio Europa de Literatura. Publicó en 1984 La insoportable levedad del ser, considerada su obra maestra. El libro narra la fragilidad del destino de una persona, resaltando cómo la vida de un solo individuo carece de importancia dentro del concepto del  eterno retorno de Nietzsche, ya que, en un universo infinito, todo se repite una y otra vez. Por otra parte, la novela es considerada como un referente a la hora de intentar comprender la disidencia vivida en Europa del Este durante la Guerra Fría. La obra fue llevada al cine en 1988.

Su última novela en lengua checa, La inmortalidad (1990), es más cosmopolita que sus anteriores trabajos. Posee un contenido más explícitamente filosófico y menos político, y marca el tono de posteriores novelas. Entre estas cabe destacar La lentitud, (1994), La identidad (1998) y La ignorancia (2000). En 2006 se publicó por primera vez en su país La insoportable levedad del ser, veintidós años después de que se editara en París; y, al año siguiente, recibió el Premio Nacional Checo de Literatura, en cuya entrega no estuvo presente aduciendo problemas de salud. En 2010 fue nombrado duque de Amarcord por el Rey Xavier I convirtiéndose así en el primer escritor checo en obtener título nobiliario.

Su última obra, La fiesta de la insignificancia (2014), si bien es una novela, también ha sido considerada como un trabajo de ensayo, introspección y teología. En ella, el autor asocia el humor con la insignificancia, entendiendo que esta insignificancia no implica mediocridad, sino que, por el contrario, supone una mirada lúcida que invita al mundo a reconciliarse con su imperfección. El 21 de septiembre de 2020 le fue otorgado el Premio Franz Kafka en reconocimiento a su trayectoria literaria. Aunque cabe calificar los primeros trabajos poéticos de Milan Kundera como procomunistas, se considera que sus novelas escapan a la clasificación ideológica. El propio Kundera prefería ser catalogado simplemente como novelista, y no como escritor político y disidente. El humor negro presente en sus textos sugiere una fuerte influencia de Kafka. No obstante, Kundera nunca consideró sus trabajos como comentarios políticos; según palabras del propio autor: “La condena del totalitarismo no merece una novela”. De hecho, se consideraba a sí mismo un escritor sin un mensaje.

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