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Estoy bajo la luz que busqué toda mi vida. Es hermosa, transparente, viva. Recuerdo cómo atravesé caminos dolorosos y resquebrajados: lugares barridos por la sombra, sitios despojados de esperanza. Cuando mi cuerpo se resistía a seguir, vi la luz. Caía verticalmente sobre un único punto: alumbraba una escalera. El fulgor me invadió. No recuerdo más. Estoy atado con vendajes mortuorios a la escalera; mis gritos no se escuchan. Desde aquí la luz es más hermosa, pero sé que ya no puedo penetrar en su claridad: ahora soy un escalón más.