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Cuando Mark Lewisohn se reunió con Neil Aspinall para explicarle su proyecto de escribir una biografía sobre los Beatles en tres volúmenes de unas mil páginas cada uno de ellos, se encontró con la sorprendente respuesta que le formuló el director de Apple, la compañía de los Beatles: “¿realmente el mundo necesita una nueva biografía de los chicos?”
Mientras Lewisohn desgranaba todos sus argumentos a favor de una biografía seria, alejada de rumores falsos, hechos sin contrastar, apostasías y loas sin límite y demás vicios de los que están plagadas las obras sobre el grupo, Aspinall probablemente se abstraería volviendo al tiempo en que asistía a la misma clase que Paul McCartney y al inicio de su relación con el grupo, como transportista de los instrumentos y los propios músicos por todos los locales que se atrevieran a contratar a aquellos chicos de los que solo se sabía a ciencia cierta que eran aficionados a dejar plantados a los promotores locales, buscar problemas con el público, comer y fumar en el escenario y buscar más bronca de la necesaria para un talento del que poco se veía por aquel entonces.
Seguramente también su memoria se demoraba en los días en que los Beatles tocaban en el club que había inaugurado Mona Best, la madre de Pete Best, el primer batería estable del grupo. Y seguramente, al evocar ese nombre, sintió algo extraño puesto que poco tiempo después de la inauguración del local se convertiría en amante de Mona y en el mejor amigo de su hijo para quien llevaba el kit de batería en su furgoneta.
También pasaría por su cabeza el día en que los Beatles lograron su primer contrato discográfico en Inglaterra y cómo decidieron deshacerse de Pete Best colocándole en una difícil situación: perder a un amigo y a su amante o seguir como ayudante de un grupo con futuro más que incierto. La decisión que tomó en aquel momento le llevó a la mesa de reuniones de Apple en la que Lewisohn continuaba afanándose por demostrar la importancia de su proyecto y la importancia de contar con el apoyo de la empresa que dirigía el legado musical del grupo.
Neil Aspinall se había convertido en el manager de la compañía de los Beatles y había logrado, tras la disolución del grupo, convertirse en el fiel custodio de una era, navegando entre las complejas y envenenadas aguas que rodearon los primeros años setenta, plagados de demandas judiciales, pleitos sin fin y enemistades que tardaron años en repararse parcialmente. Pero en todo ese tiempo logró conservar la confianza de los cuatro beatles y sus posteriores herederos.
Finalmente, Lewisohn arrancó una promesa de colaboración en forma de entrevistas y consultas sobre hechos concretos que permitieran contrastar otras fuentes.
Tristemente, Aspinall falleció en 2008 antes de que viera la luz el primer tomo de los tres que forman el ímprobo esfuerzo biográfico de Lewisohn que lleva por título The Beatles: All These Years y cuyo primer volumen publicado en octubre de 2013 (aún pendiente de traducción al español) se llama apropiadamente Tune In puesto que se circunscribe a la infancia y adolescencia de los jóvenes hasta la publicación de su segundo single, Please Please Me en 1963.
Para tener una idea de la labor de documentación y criba de los materiales existentes, solo ofreceremos la estimación de la fecha de publicación del segundo y tercer volumen, en 2020 y 2028 respectivamente, si la salud se lo permite.
Como en todos los casos ,se debe comenzar por señalar que un libro sobre los Beatles no es un libro sobre un grupo de música, es un libro sobre la sociedad desde los años cincuenta hasta casi nuestros días, sobre el modo en que se transformó y cómo se adaptaron los valores a una nueva realidad y un nuevo tiempo. Pero también es una lección sobre el modo en que se combina el talento, cómo se logran los objetivos y cómo los excesos pueden tirar por la borda todo lo conseguido sin que por ello la creatividad decaiga. Es la expresión de que los límites siempre nos los imponemos nosotros mismos y es la prueba de que el mundo sigue siempre a los pioneros, a quienes se arriesgan a cruzar fronteras que, para el resto, son límites protectores.
Resumir estas más de mil páginas en pocos párrafos es simplemente imposible. Solo podemos destacar algunos aspectos que tal vez puedan resultar más novedosos para quienes ya estén familiarizados con la historia de los primeros días del grupo.
Se suele creer que los Beatles tenían una fe inquebrantable en su éxito y en que éste llegaría antes o después. Es cierto, pero lo sorprendente es que en varios momentos, la unión de John, George y Paul estuvo a punto de romperse ante la ausencia de contratos y las pocas perspectivas. Más aún, en muchas ocasiones dieron pruebas de tener poco interés por promocionarse, dando plantones e incumpliendo compromisos con promotores lo que les supuso estar vetados en los mejores locales de Liverpool.
Sus habilidades musicales no eran sobresalientes y tan solo se diferenciaban de otros grupos en su capacidad de armonizar. No hablemos de sus composiciones que, en aquellos días, no pasaban de meros ensayos, prueba y error, que no veían la luz en sus actuaciones públicas, probablemente por pudor.
Por otro lado, se destaca la figura de John como centro del grupo y, a su alrededor, la pugna de Paul por ocupar el lugar junto al líder frente a otros miembros (Stu o incluso George) o con los amigos existencialistas de Hamburgo o los compañeros de piso de John. De hecho, la imagen de John y Paul como los dos líderes naturales del grupo frente a George no surge hasta que en 1962, a la vista de los probables contratos que su manager Brian Epstein les promete, comienzan a componer juntos una gran cantidad de material consolidando una relación que les uniría para siempre en el mundo de los derechos editoriales dejando en un segundo plano a George y Ringo.
Lewisohn no escatima las imágenes de unos jóvenes rozando la delincuencia al hacerse con amplificadores ajenos, comprando guitarras a plazos sin atender los pagos, robando directamente armónicas, etc. La vida en Hamburgo, dura y peligrosa, les llevó a conocer los calabozos de la policía alemana y la deportación, a mezclarse con mafias y a conocer a lo peor de la escena criminal local. Para sobrellevarlo y poder cumplir con sus exigentes compromisos de ocho horas de música en directo, el recurso al Preludin era obligatorio.
Pero entre tanta degradación surge un sonido más compacto y una confianza que va más allá de su apariencia. Desaliñados, oliendo mal y comportándose como auténticos macarras en el escenario, logran un impacto a su regreso a Liverpool que les lleva a hacerse con la plaza de banda residente en The Cavern donde les conocerá Brian Epstein que verá algo que nadie más atisba en ellos, tomándolos en serio y convenciéndose de que puede convertirlos en algo más grande que Elvis. Una mezcla de atracción sexual y gusto por lo teatral y la puesta en escena le lleva a proponerse como manager y convertirse en su adalid, imponiendo con tacto y escalonadamente modificaciones que los chicos aceptan progresivamente. Destaca que, dadas las escasas pruebas de su capacidad compositiva hasta la fecha, Brian siempre confiara en sus canciones haciendo de ello el punto fuerte en su intensa labor en busca de un contrato discográfico.
A diferencia de lo que se suele creer, éste no llegó después de numerosos rechazos tras escuchar George Martín unas cintas. Lo cierto es que Martín rechazó al grupo y solo una lucha en la trastienda por parte de los dueños de los derechos de dos canciones de Lennon-McCartney lograron forzarle a darles una oportunidad que creyó poder desbaratar pronto.
Sin embargo, nada salió como lo planeado pro George Martin. El empeño del grupo por hacer sonar su propio material en la primera grabación logró interesar al productor y arrancar una segunda grabación en la que nuevamente los chicos lograron que los temas fueran propios, la cara A Please Please Me ya es historia.
No tiene mérito decir que he disfrutado de cada página del libro leyéndolo como si se tratara de una novela, una invención de un autor inteligente y preciso, atento a la acción pero sin desdeñar las compleja red de relaciones que se forma entre varios individuos con un fin común pero que tratan de preservar su propia personalidad, no eludiendo los conflictos, en muchos casos potenciándolos hacia dentro pero ofreciendo una imagen de unidad, nosotros frente al resto, que marcaría sus relaciones en los siguientes años.
No sería apropiado recomendar esta obra para quienes no estén interesados especialmente en la materia (ellos se lo pierden), pero tampoco puedo dejar pasar por alto que me he sentido más cautivado y atrapado por ella que por la mayoría de las novelas que he leído recientemente. Queda dicho.