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La historia de esta población del Distrito Metropolitano de Quito data de antes del siglo XVI, cuando era un asentamiento autóctono ubicado en las faldas del volcán Pululahua y se llamaba Lulubamba. San Antonio de Pichincha tomó el nombre del santo Antonio de Padua, un sacerdote franciscano portugués fallecido un 13 de junio en el siglo XIII.
La fiesta en honor a su patrono tradicionalmente ha tenido una importante presencia entre los devotos; sin embargo, durante los últimos años, se ha vinculado también la conmemoración de la parroquialización. La diversidad de manifestaciones que la integran se prepara con anticipación. Un año atrás, se conforma el grupo de priostes, tomando en cuenta a los fieles de los distintos barrios, como: Santo Domingo Bajo, Catequilla, Equinoccial, Santa Clara, Alcantarillas, El Calvario, San Eduardo, La Marca, entre otros.
Una tradición destacada es el llamado albazo, un ritual en el que ingresan los fieles al templo, con flores y cirios; y grupos de danzantes, bandas, disfrazados e invitados muestran su agradecimiento por los favores recibidos. Al final del acto, los priostes ofrecen desayuno a los participantes. La dinámica se repite y por su tradición, forma parte del patrimonio inmaterial del Distrito Metropolitano.