LA ÚLTIMA CARTA A UN LECTOR, DE GERALD MURNANE

TANYA HUNTINGTON

Comienzo con una confesión: éste es el primer libro que leo de Gerald Murnane, y no sé si sea el último. Espero no haber decepcionado demasiado con esta revelación a los editores de Gris Tormenta, a quienes admiro sincera y profundamente. Es del todo posible que el dúo dinámico de Mauricio Sánchez y Jacobo Zanella me hayan convocado a reseñar Última carta a un lector con la idea de que, siendo angloparlante de nacimiento, yo tendría desde luego un conocimiento previo de la obra de su autor, descrito por The New York Times como “el mejor escritor vivo de habla inglesa del que la mayoría de la gente no ha oído jamás”. Que el manejo de autores de culto australianos formara parte del paquete Tanya Huntington, para así decirlo. Cuando más bien –y aquí les va otra confesión– Gerald Murnane lleva años en mi lista no oficial de “autores que pienso leer si es que finalmente les dan el Premio Nobel”, allí por debajo de Jon Fosse. Ni modo. Esta liebre de las letras inglesas ha resultado ser gata, pues.

¿Por qué, entonces, accedí a leerlo y dar mi opinión?

Quizás porque no creo discrepar en mi ignorancia con la mayoría del público objetivo de esta Última carta: como indica el traductor al español del volumen, el poeta venezolano Adalber Salas Hernández, los conocedores de Murnane no abundan en territorios hispanos. Por ende, debo suponer que, según el criterio mercadológico de la editorial, éste es un libro que busca defenderse solo, para sí decirlo; sin el respaldo directo de la extensa bibliografía de novelas, ensayos y poemas que el autor cita como base para sus reflexiones acerca del proceso de la escritura.

Recurrí a la página web de Gris Tormenta para confirmar mi sospecha. Aquí, la descripción de la colección “Paisajes Interiores”:

¿Qué sucede entre la estética y la ética de un autor? ¿Cómo se conforma su mirada? ¿Y cómo esa manera de ver, esa conciencia, se convierte en el inicio de una poética, de un estar en el mundo?

Los ensayos de la colección analizan el acto reflexivo como suceso, como la precipitación de una subjetividad: se piensa, se procesa, se materializa, se rehace. Es en ese estado de discernimiento que la ebullición de la vida —lo vivido y lo leído— se transforma en lo que habrá de ser creado.

Claro, pensé – que otras editoriales se ocupen de publicar traducciones de A Season on Earth, Landscape with Landscape, Inland, Velvet Waters, Emerald Blue, etcétera: este libro sobre esos otros libros es el que mejor corresponde al perfil de la colección.

Así fue cómo, después de titubear unas horas, decidí abordar esta Última carta como si el propio Murnane fuera un protagonista capaz de sostener mi interés. Como si fuera un personaje, es decir: un ser cuya existencia se limita –pasado, presente y futuro– a los confines de un libro. De este libro. Y ¿por qué no? Después de todo, Murnane es conocido por borrar las fronteras entre ficción y memoria, entre novela y autobiografía. Escribe lo que él llama “ficción verdadera”, pues. Hasta su semblanza, que se revela a cuentagotas en estas páginas, podría ser inventada:

  • Un exseminarista que nació y siempre ha vivido en Australia decide dejar la sotana para formar una familia. Un día, lleva la tabla de planchar a la habitación matrimonial para emplearla como un escritorio tambaleante, donde crea el personaje de…
  • Un profesor de primaria con ambiciones literarias que es aficionado de las carreras de caballo, y que trabaja en un manuscrito titulado Los llanos sobre un territorio que existe, pero que no conoce. Aunque no es para él un lugar real, refleja sin embargo una “luz real”. En ese territorio vive…
  • Un “escritor técnico” que, sin embargo, cree a pies juntillas en las revelaciones. Por lo mismo, mantiene, entre otros archivos, uno de lo que describe como “milagros”, usando el índice de su mano derecha para pasar a la máquina de escribir cientos de hojas de garabatos ilegibles sobre…
  • Un autor premiado que nunca se ha subido a un avión, pero que se figura como…
  • Un autor de novelas profundas, lo cual le da cierto orgullo vanidoso mientras lee asiduamente a sus críticos. Sin embargo, secretamente, encuentra la filosofía difícil de entender y duda de la existencia del subconsciente como motivación para…
  • Un personaje que abandona la “fuerza laboral” de la docencia a los cincuenta y cinco años para dedicarse a aprender el húngaro, solo para poder recitar diariamente un poema de Gyula Illyés cuya sonoridad lo atrae en lo que, mientras mira la pared en blanco de su estudio, describe…
  • Un viudo septuagenario que se despide el hogar remoto donde ha convivido con su mujer durante décadas para vivir en un lugar aún más remoto, de nombre Goroke, en la región Wimmera de Victoria. Ya instalado allí, graba una pieza de poesía spoken Word que incluye un palíndromo de 1600 palabras.

¿Qué les parecen estos protagonistas? ¿Verosímiles, inverosímiles? ¿Y si todos fueran el mismo? ¿Y si todos fueran el autor mismo? Para mí, son facetas que trae un cierto aroma de ficción, la cual a su vez me recuerda las lilas que perfumaban mi propia infancia, y que cita Meruane en otro título como flores invisibles, mas perdurables.

Después de mi experimento atrevido en calidad de presentadora, puedo afirmar que este libro –en mi experiencia, insisto, el único que existe de Meruane–, es una delicia de leer. Está, como debe ser, lleno de perspectivas y perspicacias: por ejemplo, él mismo opina que su prosa es un poco complicada, dado que se basa en diagramas minuciosas y se construye por medio de frases largas, llenas de cláusulas. Un rasgo que es, ciertamente, considerado poco conveniente o problemático en inglés, pero en cambio no es ningún defecto en español –algo que además, Salas Hernández sabe utilizar a su favor para recrear esta serie de ensayos que verdaderamente fluyen.

Mientras leía, sentí una maravillosa complicidad epistolar al enterarme que Murnane también ama Cumbres Borrascosas desde la infancia, y que un ejemplar de esa novela lo acompaña siempre. O que compartimos una admiración entusiasta no solo por Brontë, sino por autores –también “complicados” – como Proust o Woolf. Sin embargo (y allí les va una confesión final): esta Última carta dirigida a mí, una lectora, me cautivó –aunque no califique como esa “lectora ideal” que el emisor siempre se imagina– no solo por las lecturas compartidas, o por sus reflexiones acerca de la práctica de la escritura—aunque éstas sí me interesan, obviamente—sino sobre todo, porque es una misiva creada por ese enigmático personaje que se inventa y reinventa, y que al parecer, se llama Gerald Murnane.

* Este texto proviene de la presentación del libro Última carta a un lector de Gerald Murnane, traducido por Adalber Salas Hernández (Ed. Gris Tormenta, 2023), que tuvo lugar en la librería Casa Tomada de la Ciudad de México en abril de 2004.

Huntington is the author of Martín Luis Guzmán: Entre el águila y la serpienteA Dozen Sonnets for Different Lovers,  and Return. Her most recent book is Solastalgia (Almadía / UAA, 2018). She is Managing Editor of Literal. Her Twitter is @Tanya Huntington


TOMADO DE: https://literalmagazine.com/la-ultima-carta-a-un-lector-de-gerald-murnane/

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