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En medio de paisajes verdes y cielos azules de la parroquia rural San José de Minas, nacen los trompos como emblema del cabe, juego tradicional, icono de la zona.
Estos juguetes que giran y giran, han sido compañeros de juego de niños, jóvenes y adultos, creando un vínculo entre la comunidad quiteña. Sin embargo, en esta localidad del Distrito Metropolitano, son los actores principales de una manifestación del patrimonio inmaterial.
La fabricación de trompos de madera es una actividad que ha resistido el paso del tiempo, de la mano de artesanos dedicados a la carpintería, un oficio trasmitido de generación en generación que da testimonio de la habilidad de sus manos, de la minuciosidad y creatividad para reflejar la rica herencia cultural de la región.
Su proceso de creación es meticuloso, así lo cuenta Ricardo Jaramillo, un carpintero de la parroquia, quien reconoce que aprendió el oficio observando y trabajando junto a su padre. Su afición por el torneado de trompos apareció en sus primeros años, al ver a otro carpintero hacerlos y fue desarrollando su propia técnica, al ser requerido por los jugadores de cabe.
Sus clientes deciden el tamaño, las características y le proveen el material (tronco de madera) que desean que utilice. En su gran mayoría, llevan leños duros y resistentes como el arrayán y el roble, aunque cualquier tronco en buen estado y sin orificios, sirve.
Luego de los cálculos matemáticos iniciales, pasan al torneado, una técnica que requiere precisión y destreza. Se coloca la pieza de madera en un torno y, con paciencia y pulso firme, se va dando forma. Cada curva, cada detalle, se va definiendo con el uso de cinco variedades distintas de formones (un tipo de herramienta manual), mientras el aroma a madera recién tallada invade el aire.
Después del torneado, la figura comienza a tomar vida. Se lija la superficie hasta que quede suave al tacto. Algunos optan por dejarlo con su color natural, resaltando la belleza de la madera, mientras que otros prefieren pintarlos con colores vibrantes y patrones que hacen que cada trompo sea único. Actualmente, para hacerlos más resistentes se les coloca una capa de metal. El finalizado del trabajo y aspecto vital para que sea un “buen bailador”, es la colocación de la punta, con la que este objeto podría ser decisivo para el triunfo en el juego.